sábado, 2 de octubre de 2010

Miguel Ángel Velasco abandona la sala



Hay sincronismos negros. Hablábamos estos días de la Ilíada y se nos muere inesperadamente Miguel Ángel Velasco, el autor de los versos que siguen, que dicen lo que importa bien e tan mesurado. Espero que su memoria no descanse en absoluto y siga dando muchísima guerra. Donde estés, gracias por El dibujo de la savia, La miel salvaje y La vida desatada —los tres mejores libros de poesía de los últimos años, y de tantos.




*

Acerca de las heridas de los héroes

A Agustín García Calvo


En la Ilíada nos prende
esa intención precisa en la manera
de describir el daño. Cuántas veces
se demora el hexámetro en el sitio
de la quebrantadura,
en el fiel inventario del estrago:
el lugar que desgarra la espada, cómo hiende
la carne y desmorona ese cartílago;
donde triza el pedrusco
el hueso, el recrujir de sus astillas;
la trayectoria exacta del venablo
que atraviesa las chapas del escudo,
la coraza de bronce.
Y el estruendo que hace al derrumbarse
la torre del guerrero.
Y no hay buenos ni malos, todos son
feroces alimañas que se ceban
en la carne ensartada,
que la agonía infaman del contrario
con palabras de burla,
y que después arrojan los despojos
al festín de los perros.

Y en esa pulcritud, en el registro
de la calamidad, va una plegaria
por la carne solar, por el milagro
precario de este cuerpo.
La cálida estructura bien trabada
que en la danza aligera su destino,
que se hace esclarecida geometría,
claro esquema en el nado, esa otra danza.
El delicado cuerpo
que reverbera en luz cuando lo anima
el ritmo del amor o del poema.
Porque no hay canto alguno
sin el humor del cuerpo, aunque destile
ese licor amargo de la pérdida.
De Sófocles nos dicen que era diestro
en el baile, y que Byron
gustaba de medirse
a menudo en el pulso de las olas.
Y de Tolstoi que sólo sonreía
después de nadar hondo en un brío de sábanas,
porque tras la liturgia de los cuerpos,
en contra del proverbio, no hay tristeza.

Velemos por su gracia,
porque el cuerpo es un templo mientras arde
el resplandor de su desnuda gloria.

8 comentarios:

javi dijo...

No lo conocía, pero me ha gustado mucho este poema de canto al cuerpo, con su aparente facilidad y falta de artificio, como 'de prosa', que imagino ha de ser de lo más difícil de conseguir...

Descanse en paz...

Alejo Urzass dijo...

Yo no esperaba esto.

Johannes A. von Horrach dijo...

Hoy me he enterado de su muerte, leyendo la prensa local, y enseguida he pensado en ti, y en el maestro de ambos García Calvo.

Mariano Estrada Vázquez dijo...

Una muerte muy negra y un poema excelente. La poesía le hará perdurar.

"Los mementos se agolpan en los labios
callados de la piedra, y en el polvo
desnudo de esta carne última
que huye de la luz
por torrenteras de ceniza".

Mariano Estrada http://paisajes.blogcindario.com/
Fragmento del poema "Mementos", del libro "Hojas lentas de otoño"

Al59 dijo...

En fin, no acaba uno de creérselo. Gracias, Javi, Alejo, Horrach y Mariano.

Johannes A. von Horrach dijo...

Te dejo un epitafio de Llop, de hoy mismo:

http://www.diariodemallorca.es/opinion/2010/10/05/pavana-poeta-difunto/608394.html

Murió solo, de noche, en su habitación de la casa de su querida madre. Según la edición local de El Mundo, rodeado de 'sustancias' que tal vez pudieron tener algo que ver en la muerte.

En Mallorca era un auténtico espectro. Lo conocía mucha gente de la cultureta, pero sólo unos pocos lo habían tratado.

Al59 dijo...

Muchas gracias por traer el texto, Horrach. Lo mejor que he leído hasta ahora sobre el tema. Por otra parte, entre las primeras noticias que tuve había una referencia a que podría tratarse de un suicidio; ahora salen al baile las psicosustancias. No será de una sobredosis de LSD de lo que se nos ha muerto el hombre, desde luego. Ignoro si le daba también a otras más insalubres.

Johannes A. von Horrach dijo...

Por lo que cuenta hoy Eduardo Jordá, que como Llop lo conoció y trató un poco, parece que también probaba la cocaína (al que llamaba "bárbaro polen").

Sensacional el poema que lee en el video de arriba (en la cafetería-librería Literanta), sobre todo su maravilloso inicio, que ya me he apuntado para que aparezca como cita en mi tesis doctoral.