martes, 19 de octubre de 2010

Rosa del amor


Las canciones que una polilla escribiría a una vela. Incunable noventil, en modo dórico. Peca el que suscribe. A la flauta, Alfonso.


Rosa del amor,
mi última jugada,
cuando el viento atroz
limpie mi mirada,
pedirás perdón
por decirme nada.

Rosa del amor,
víctima apropiada,
tomaré color
tinto de tu espada.

Rosa del amor,
recadera amarga,
medirás mi voz,
me dirás quién anda.

Rosa del amor,
víctima apropiada,
libaré la luz
limpia de tu falda
cuando el viento atroz
limpie tu mirada.

Nada...



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues comento con un soneto propio apropiado y muy, muy reciente.
NOCHE DE LUNA Y CRUZ

La luna languidece su redonda luz
y por eso y tan sólo por tremenda
ración de pesadez propia de menda
lerenda, escribo yo de ésta mi cruz.

La luna gime con todo su viento
y las estrellas no vienen con ella,
cansadas de tantísima querella.
El sol no quiere ver este lamento.

La noche se volvió larga, pesada,
caliente como lava muy espesa.
El día se quebró con una espada.

El filo de este acero nos confiesa
su error sin comentario, duda, nada.
La luna languidece y me atraviesa.

Al59 dijo...

Anónimo: me intriga ese primer verso de 13, que suena y no suena, y viceversa. ¿O es un alejandrino, a lo Darío: La luna languidé- ce su redonda luz?

Al59 dijo...

Convocaré un soneto, como antaño
las brujas invitaban a la luna
a teñirse de rojo en la laguna
e infligir por doquier amor y daño:

la oveja más lucera del rebaño
no tiene tu fulgor, blanca aceituna
que eterna en tu fluir, niña viejuna,
sabes a sangre, caracol y estaño.

Luna y soneto: formas que se encojen,
errores que compensan un acierto,
preámbulos de un sol que nunca llega:

caduca ya el terceto y se recogen
los tropos como trozos de un dios muerto.
¿Es sombra o claridad lo que nos ciega?