miércoles, 30 de noviembre de 2011

El varón demediado


Parafraseando con intención a Italo Calvino, planteo un tema nada polémico. Leo que Google pagará el cambio de sexo de sus empleados. Y me hago un par de preguntas. Primera: si vivimos en una sociedad aún muy machista, en la que ser varón da ventajas en muchos aspectos, ¿por qué el cambio de sexo se produce prácticamente siempre en la dirección 'varón quiere ser hembra'? Segunda: si se aduce para ello una cuestión práctica (es más sencillo eliminar el pene y dejar en su lugar una vagina que lo contrario), ¿no flota de fondo la vieja ecuación que hace del hombre un ser, si no más perfecto, sí más complejo o dotado, y de la mujer un término más sencillo (de modo que hombre - pene = mujer)? Lo que queda muy cerca de la idea freudiana de la mujer castrada. (Pero, en cambio, los hechos no parece que apoyen su hipótesis de la envidia de pene: lejos de quererlo quien no lo tiene, algunos de los que lo tienen lo sienten como un incordio del que desean deshacerse.)

5 comentarios:

Juan Poz dijo...

Sin embargo, una de las primeras películas españolas sobre el cambio de sexo fue "Mi querida señorita", en la que una mujer se convierte en hombre. La actuación de José Luis López Vázquez, uno de los grandes cómicos españoles de todos los tiempos (en las buenas y en las malas películas), fue memorable. Aún veo gestos y miradas suyos con tanta realidad como si los estuviera viendo ahora mismo en una pantalla.
De cerca, sólo he conocido un caso, en Ávila, el de una chica que era un tío con toda la barba, o del típico "de pelo en pecho" y que optó, mediante los trataientos hormonales adecuados, por seguir siendo mujer.
En muchos casos de hermafroditismo, lo tremendo es que no puedan elegir porque, mediante la prostitución, esa ambigüedad les da de comer. Sexualmente, además, es palmaria (va sin segundas, la palabra) la capacidad de turbación que provocan los hermafroditas.

Joselu dijo...

Vi el otro día la película Un método peligroso que muestra las relaciones entre Freud y Karl Jung, estando de por medio una paciente del segundo, Sabina Spielrein, con la que tiene una relación sado. Apasionante. Allí se ve que el hombre no deja de ser un juguete, una herramienta, en función de los deseos de la mujer que es la que obtiene el placer inenarrable frente a la vacuidad del placer masculino. Así lo veo yo. Disfrutan mucho más que nosotros, son más libres en todos los sentidos. Por eso el fundamentalismo teme tanto a la mujer y la quiere aherrojar tras velos. Sabina Spielrein se convertirá en una de las pioneras del psicoanálisis en Europa. Creo que te interesará.

Al59 dijo...

Cierto, Juan Poz. Memorable película. Lo que no recuerdo es si la transformación incluía pase quirúrgico-mirúrgico.

Al59 dijo...

Salud, Joselu. Ayer me habló también un amigo de la peli sobre Freud y Jung. A su juicio, tanto el actor como el personaje de Freud eclipsan al de Jung. Tengo muchas ganas de verla.

Javier C. dijo...

Sí, es muy significativo que la conversión del hombre en mujer sea corporal, y además buena; y que, en cambio, la conversión de mujer (como indefinición que amenazaba a lo masculino)sea con más frecuencia social, de tal modo que lo suyo es convertirla en un ser con los mismos intereses (Dinero, Poder, Ascenso, Dominio) que un hombre. Nótese al paso cómo la vestimenta de las mujeres se masculiniza a medida que ostentan mayores puestos en una empresa.

Quizá una posible respuesta a tu primera pregunta sea ésta, por eso mismo: que el hombre que se convierte en mujer va a seguir siendo, a efectos espirituales, un hombre. O sea: alguien definido, que sabe lo que quiere y lo que es.

En cambio, que una mujer quiera hacerse hombre corporalmente... pues, ¿para qué? ¿A quién le hace falta eso?

La segunda pregunta la respondes por sí sola. Pues sí, eso es lo que el hombre le impone a la mujer: ser un hombre, pero con carencias.

Y anoto una tercera cuestión, no directamente relacionada con el asunto que aquí tratas, pero sí colindante:

¿Por qué el afán de quienes se dicen hartos de la familia "tradicional", representada por una madre, un padre y unos hijos, en una entidad bendecida por Dios o por el Estado, consiste en lograr que, precisamente, el Estado o Dios les legitimen para poder tener en esa entidad unos hijos?

Me venía a la cabeza esto porque los homosexuales (hombres o mujeres), o quienes se operan, nunca dejan de esperar una respuesta del Estado; de tal modo que, al igual que Google tiene con sus empleados esa deferencia (y me pregunto si también pagarían, pongamos por caso, la rotura de un hueso, o un tratamiento contra el cáncer: cosas éstas aún más caras en la salvaje sanidad norteamericana), el Estado debiese también mimar los intereses de sus súbditos, hasta el punto de, como el viejo Dios de la lejana teologia, introducirse en los ámbitos más privados de uno, en lo no público: el sexo, la casa, la familia.

Así que no dejo de constatar lo extraño de que Google, o el Estado, parezcan gobernar nuestros dormitorios, o de imponer calladamente lo mismo que se ha venido haciendo siempre, pero con un lavado de cara moderno y entrañable. De buen rollo, vaya.

Un saludo.


P.S: Formidable blog que tienes, colega.