domingo, 29 de septiembre de 2013

El primer Fray Josepho


No soy fan de fray Josepho, pero lo fui con orgullo. Me siguen gustando mucho los primeros poemas suyos que leí, como el romance de la evaluación, tan fresco hoy como entonces, que describe con gracia lo que sucede en tales meriendas. Después, el hombre recaló en los medios más casposos del país, tipo Libertad Digital o la COPE; olvidó su primera Musa, la enseñanza, y sus versos se fueron resignando a desarrollar las consignas que MAR (en su día) o algún negro de Aguirre hoy envían a sus  obedientes tertulianos libegales —un material rigurosamente infumable.

En homenaje a los dos poetas, el que admiré y el que me aburre, se me ha ocurrido hoy este soneto, malo como el peor de los suyos. Como escrito ya está, no creo que empeore mucho publicado.


Maldiciendo la vil Pedagogía 
comenzó fray Josepho su andadura 
por los mares de la literatura. 
Llovía en buena hora su lejía: 

él mismo era docente, y padecía 
con humor inspirado la tortura
—aunque fuera muy suya su escritura, 
era de todos lo que nos decía. 

El éxito, que ha avillanado tantas 
buenas plumas, condujo hasta las santas 
zahúrdas de la COPE a nuestro vate. 

Pues pagaba la Iglesia liberal, 
comulgó con su hedor —tornó venal: 
previsible, sectario y algo orate.

6 comentarios:

Alfredo J Ramos dijo...

Que buen halazgo, Al, ese cuarto verso del primer cuarteto, con sus dos sonares:
llovía en buena hora su lejía
y
yo vi en buena hora su elegía.
Me recuerda la lectura aquella tan ingeniosa que Monterroso hizo del más célebre endecasílabo de Garcilaso: El dulce lamen tarde dos pastores.

hernan dijo...

Sé (por mis pecados) de Libertad Digital o la COPE, pero ¿que es eso de "MAR (en su día) o algún negro de Aguirre"?

Hernán (desde Argentina)

Al59 dijo...

Cosa que me da que llegues a saber de ellos, Hernán. MAR es como se conoce ¿cariñosamente? a Miguel Ángel Rodríguez, ideólogo del gobierno de José María Aznar, cuya última hazaña conocida fue tener un aparatoso accidente de circulación mientras circulaba borracho. Esperanza Aguirre, alias la lideresa, es una imitadora local de la Thatcher que pulula por la comunidad de Madrid y por la que los sectores más rancios del PP apuestan como sustituta de Rajoy, que les parece demasiado algo (no sabemos si moderado o qué). Esta gente suele tener un grupo de 'intelectuales' (por llamarles algo) orgánicos que se ocupa, entre otros cometidos, de comunicar a los periodistas afines qué consignas deben emitir. A uno de ellos (uno cualquiera) me refería con lo del negro de Aguirre.

rafa herrera dijo...

Lo de lejía/elegía es ya de raigambre gongorina (cf. su antiquevediano soneto "Anacreonte español...", donde bromea "que ya que vuestros pies son de elejía...").
A ver si tengo un ratillo pa jugar a los sonetos, que a mí este tío no me gustó ni cuando lo de las "valuaciones" que dices.
Salud pal nuevo curso!
rafa

Al59 dijo...

¡Salud, amigos! Qué alegría me da siempre leeros. Sobre la paronomasia, voy contra mi interés en confesarlo, pero la verdad es que no había caído en ella, aunque ahí está. Recuerdo, eso sí, el soneto gongorino, el de las suavidades de arrope. Hace seis o siete años, me leí entero, con mucho gozo, el libro de Dámaso Alonso sobre Góngora en unos viajes interminables en autobús que tenía que hacer a Talavera, pasando por todos los pueblos intermedios, para acudir a una gentil foniatra. No sé yo si habría hallado ocasión y paciencia para la inmersión en Góngora si no me la hubiera brindado la enfermedad. Iba, a la vez, recuperando la voz y aprendiendo a descifrar la parla culterana. Y, en verdad, algo de gongorino o al menos barroco hay en cosas que a uno se le han ido ocurriendo después, como lo de 'las seis serían ya, son ya las nueve / cuando me fui a dormir, cuando amanezco / dudando seriamente si merezco / hollar con mi sopor la tierra leve' o aquello otro de 'de su desdicha tantas fue doctor / Cupido cuantas veces responsable'. Nuestro perdido maestro Antonio Hernández también hacía sus guiños al Cordobés: así, era para él la princesa Galadriel 'napolitana de pro / y siciliana de contra'. Profunda es la huella de don Luis —de hecho, ahora recuerdo que a él me dirigía en el último soneto del Devocionario, a propósito de su advertencia: 'Que se emplee el que es discreto / en hacer un buen soneto, / bien puede ser. // Mas que un menguado / el que en hacer dos se emplea, / no puede ser'. Admito no haberme aplicado el cuento.

Alfredo J Ramos dijo...

Andar viajando a Talavera (adonde su médico no le aconseja ir al recién "opeorado" rey), en compañía de Góngora, con Dámaso Alonso de lazarillo, ¡y además a la foniatra!, ya es de por sí singular aventura, con tintes incluso de hazaña, Al. Lástima no habernos cruzado algún día (no sé si sabes que es mi ciudad natal: no voy mucho pero voy). Y, en efecto, Góngora es una selva donde no resulta fácil adentrarse, pero tampoco salir. Por los demás las paronomasias no advertidas, y más aún los calambures (como es el caso), son los mejores, tal vez los únicos interesantes. Incluso la propia palabra calambur tiene algo así como una sugerencia de gracia fortuita, de don de ciencia infusa, de albur ganador... ¿no crees?