viernes, 20 de junio de 2014

Se jubila Mari Ángeles


Hoy concluye un ciclo: hemos tenido el último claustro de la que ha sido directora de nuestro centro en los últimos seis años, Mari Ángeles Fraiz. En la vida es bastante común que amistades que en su día parecieron indestructibles acaben en el olvido o como el rosario de la aurora; pocas veces acaba uno entendiéndose estupendamente con gente con la que en principio, por circunstancias varias, se llevó regular. Pero sucede. Como ese ha sido mi caso con Mari Ángeles, me ha parecido que merecía la pena intentar este pequeño homenaje, a modo de despedida —y como  agradecimiento por el apoyo que en estos años les ha dado a todos mis empeños más o menos quiméricos.

Se jubila Mari Ángeles: se cierra
su reinado de seis años y un día
que arrancó con vapores de lejía
y concluye en dulcísima posguerra.

Directora directa, algo gamberra,
abstemia de la vil pedagogía,
conversadora en buena compañía
y para el papeleo un poco perra,

nos deja entre cortinas de suspense,
dejando que se dude y que se piense
quién merece heredar su buen talante.

Habiendo sido un día su adversario,
permitidme decid que hoy, al contrario,
lamento su partida —y que lo cante. 


4 comentarios:

Juan Poz dijo...

MI felicitación a Mari Ángeles, sin conocerla, pero sabiendo, hora tras hora, lo que ha sido ser durante más de 30 años profesor en secundaria: Al éxtasis subí y a los hondos pozos de la desesperación bajé... Y sale uno tocado, pero no hundido. Hemos vivido al borde un ataque de nervios, y a veces solos ante el peligro, pero bien está lo que bien acaba. Que goce de salud y de afectos. Mi solidaridad en el gozo desde quien ha impartido hoy su última clase y ha lanzado a la hoguera los viejos trastos de educar.

Joselu dijo...

Me gustaría haber contado en mi centro con una directora de tal talante, bellalmente expresado en el soneto ad hoc. No contamos más que con una especie de jefe de personal autoritario e insultante que goza depreciando a la gente. La hora de la jubilación es un momento agridulce porque se acaba una etapa irrecuperable llena de todo, de lo mejor y de lo peor. Cuando me llegue, espero hacer mutis y evadirme de cualquier despedida oficial. Arrojaré los trastos -como dice Juan Poz- y me lanzaré a otros derroteros más personales. Todo llega, hasta la jubilación.

Al59 dijo...

¿Te jubilas, Juan Poz? Me alegro por ti, si descansar de tanta matraca es que lo deseas; pero no puedo evitar sentir pena por quienes no te tendrán. A mí me hubiera encantado colarme en una de tus clases.

Juan Poz dijo...

Me jubilo para acabar la tesis y seguir escribiendo sin el ordeno y mando de la esclavitud del horario. Gracias por esa consideración, Alejandro, pero me temo que te hubiera defraudado hasta el infinito: he sido un profesor nefasto. Afectuoso con los alumnos, pero nada profesional: me he pasado la vida improvisando, soy un repentista profesional, y eso agota. Me extraña haberlo sido con tanta contumacia, porque estoy rodeado de profesionales excelentes, empezando por mi compañera, pero se ve que soy caso perdido para el orden, el sistema y el rigor: me sacan de la improvisación y me mustio. Si algún eslogan político me ha sacado de mis casillas, fue, y se ve que aún lo sigue siendo, el ¡Programa, programa, programa! del inefable Anguita. Un abrazo.