A la orilla de lo que no ha llegado,
diviso la ocasión que se despide,
el íntimo espejismo que me impide
soplar el horizonte ya apagado.
Anclado en la ilusión de lo logrado,
lo que alcancé a guardar de mí se mide
contra el descuido torpe que decide
darlo todo por visto y archivado.
Habiendo sido muchos, sobre todo
uno ha sido el que duerme, indiferente
a la suerte del sueño en este mundo.
Todo es nada, repito, y hallo el modo
de ocultar mi dolor en la corriente
que derrama en lo obvio lo profundo.
2 comentarios:
Excelente soneto, Alejandro. Buen pulso desde el primer al último verso, con ese guiño a Hierro que es todo un tratado de filosofía.
Un abrazo.
Gracias, Antonio. Parece que la edad trae sola esa quiet desperation de la que hablaban Pink Floyd. Se siente uno menos dado a incluir en el poema efectos o imágenes llamativos, a los que tan dado fue en el pasado —y creo que eso es bueno.
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