Pues lo fundamental siempre es inútil,
habita en el después la tos de entonces.
Mis treinta y tres apenas son tres onces,
la edad del Galileo o de Alejandro
cuando murió febril tras dar al mundo
la forma de su amor sanguinolento.
He visto morir gente (alguno de ellos
caer entre las grietas de mi mano)
y el peso que una vez fuera liviano
me agobia sin llegar a hacerme cierto.
Ocupo mi lugar con la entereza
que se supone propia del suplente
y juro mis deberes mientras siento
que tiemblan las columnas a mi cargo
y el agua brota verde de mi frente.
El cielo se ha ciscado en mi cabeza.
Las cosas que han de ser, son de repente.
habita en el después la tos de entonces.
Mis treinta y tres apenas son tres onces,
la edad del Galileo o de Alejandro
cuando murió febril tras dar al mundo
la forma de su amor sanguinolento.
He visto morir gente (alguno de ellos
caer entre las grietas de mi mano)
y el peso que una vez fuera liviano
me agobia sin llegar a hacerme cierto.
Ocupo mi lugar con la entereza
que se supone propia del suplente
y juro mis deberes mientras siento
que tiemblan las columnas a mi cargo
y el agua brota verde de mi frente.
El cielo se ha ciscado en mi cabeza.
Las cosas que han de ser, son de repente.
3 comentarios:
Merci, Al59.
Una bonita forma de terminar el año: con un "feliz no cumpleaños".
(Acabo de caer en la cuenta que en la recopilación de ensayos que hizo la editorial Hiperión, Marzoa como traductor, de los Ensayos de Hölderling, aparece uno dedicado a Edipo. ¿Lo conoce?).
Feliz año, blogueros, y buenas noches.
Gracias a vos, gentil dama. No conozco ese ensayo, pero haré por hallarlo. Ensayo por ensayo, este blog que estamos ensayando está siendo una experiencia estupenda. Gracias a los que la hacéis posible. Que tengáis feliz año.
Tenga un buen final de año. Se lo desea este profesor en la secundaria que está viajando de lo lindo sin salir de su casa. Esta noche comeremos las uvas y pensaremos en otra cosa. ¡Qué remedio!
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