viernes, 24 de marzo de 2006

Trastorno


Trastorno

Nunca creí que el albo lirio fuera
efímero también. Yo no sabía

que el odio alimentara la alegría.

¡Invierno, te llamaron primavera!


¿Por qué la estrella altiva y pura era
el seco nido de la noche umbría?

La paloma inmortal ¿cómo encendía

corvo pico de ave carnicera?


Pues aquel manantial, con su negrura

enlutecía el mar de la mañana.

El ruiseñor pudo asustar al hombre.


Hablaba el niño con palabra impura,

el corazón era una gruta insana

y la traición tenía un claro nombre.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Puro soneto, bello y virjinal (sic), éste de Juán Ramón Jiménez. Sin pecado concebido. Textura cristalina, curso suave; y todo pese a que el poeta clama contra un estado de trastorno doloroso.
Me gustan los sonetos de JRJ como me gusta el arroz con leche: me saben bien, me inspira confianza su blancura. Está todo bien puesto, como de JRJ. Sin embargo, no obstante el agrado, creo que a Juan Ramón no le van nunca bien las camisas de fuerza. Por ejemplo, aunque ofrezca más de un caso en su obra de rimas consonánticas, a Juán Ramón siempre le sonará como característica la rima en asonante, su musicalidad mejor lograda. Pero el soneto es una armadura férrea que nada tiene que ver con la sensibilidad del autor de Laberinto o los Poemas Májicos y Dolientes, etc... Ya es increíble comprobar cómo el autor es capaz de agilizar, diluir, suavizar, una forma tan rígida como ésta. Los sonetos de JRJ son únicos por su dulzura y su fluidez. Pero, para mi gusto, demasiado sosos. Un buen soneto tiene que apuñalarte en el último terceto. Ha de haber riesgo, sorpresa y golpe final. Lo demanda una forma tan concisa y tan pétrea. Tengo la impresión de que JRJ escribe sus sonetos como el resto de sus poemas: sin dejarse pillar, diluyendo todas las formas. Y el soneto es el reino de lo sólido. A Juan Ramón siempre le sonará mejor la poesía líquida.
Saludos

Grifo

(Si AGC escribió a sus 18 años el soneto que ayer nos presentó Al59, tengo que rendirme y gritarle 'monstruo' como mínimo. Comprendo así ciertas inconsistencias: me sigue pareciendo obra monumental en los dos cuartetos; pero no del todo bien rematada, no está mal: pero no hay puñalada final porque este señor todavía era un buen muchacho).

Al59 dijo...

Muy bien visto. Con la mitad de trastorno, Blas de Otero hubiera hecho un soneto rebosante de fiebre infernal. Lo de Juan Ramón es siempre un viaje limpio, digno de la alquimia Sandoz. Por cierto que al poema no le falta su dosis de rimas asonantes internas (estrella / era, hablaba / palabra, impura / gruta). No es que me suenen mal, pero ya que se las hemos afeado a otros, no sería justo obviarlas.