martes, 21 de marzo de 2006

Catorce patas


Una invitación: compartir esta semana los sonetos, públicos o secretos, que más les conmuevan. Como éste.

Dejé un instante de pensarte. Había
sucedido algo en ti cuando volviste.

Venías más nostálgico, más triste,

seco tu sol que iluminó mi día.

Alguien —sé quién— que yo no conocía,

alguien que calza sueños de oro, y viste
almas dolientes, te pensó. Caíste
al pozo donde muere la alegría.


¿Por qué fuiste pensado, malherido,

pensamiento de amor? ¿Cómo han podido

pasarte el corazón de parte a parte?


¿Por qué volviste a mí, sufriendo, a herirme?

¿No recuerdas que tengo que ser firme?

¿Es que no ves que tengo que matarte?


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Circunstancias me impiden hoy dedicarme a fondo. Ante todo, gracias, Al, por esta telepatía: ayer te pedía yo mentalmente que pusieras algo de este autor. ¿Será verdad que los pensamientos vuelan...? El soneto, como todos los de su autor, es, sencillamente, imponente. Aquí tenemos a un auténtico poeta 'duro' (al que nunca podría llamar 'poeta macho' por el tono despectivo con que suelo usar tal expresión). José Hierro es duro, como su apellido paterno nos indica. Pero es sencillo y tal cual. Quiero decir: jamás hará de la dureza su bandera, jamás presumirá de serlo. Jamás nos demostrará el menor rastro de chulería, mal que aqueja a otros y nunca a él. El soneto es una preciosidad de construcción (cuartetos lentos, tercetos rápidos, como manda el buen soneto). Hasta el primer terceto no sabemos de qué se trata. Y, cuando lo sabemos, el final se precipita con una intensidad que te deja herido en el último verso.
Hay que ver cómo Hierro logra esta intensidad a base de lo contrario de la poética del 27: economía, frases escuetas y reducción considerable del aparato metafórico. Las metáforas que quedan son bellísimas.
Finalmente, obsérvese la rima interna: 'pasarte el corazón de parte a parte'. Aquí se ha intentado (bien se ve). Y se ha conseguido el efecto: como el corazón, el verso está atrevesado, de parte a parte, por la rima. Sólo la destreza, o el buen gusto, consigue el buen efecto. Se me puede objetar que tal verso suene duro. Lo creo. Lo pretende el autor. Se trata de la descripción gráfica (como un dibujo) de la puñalada. Me parece duro pero justificado y acertado.
Saludos

Grifo

Anónimo dijo...

No es que se trate de mi soneto secreto, pero viene a cuento. Era (es) seguramente el poeta a través de quien mejor veo, así que le homenajeé humildemente:

Réquiem

21 de Diciembre, 2002:
Ha muerto José Hierro. Se nos ha
muerto en un día cualquiera. (Quién nos da
la vida, quién la voz, quién el adiós).

Se va con su enfisema, de una tos.
Con su oxígeno y su chinchón se va.
Pronto estará con Lope y, ojalá,
con Juan Ramón y Gloria, y... la de dios.

Se va con esta muerte tartamuda
que le rondó y nos ronda; y algo mío
se va, que era algo nuestro, a este destierro.

Un hombre como hay muchos, Pepe Hierro
(así diría él), que deja viuda,
versos, hijos, amigos y vacío.

Anónimo dijo...

Al: Buena idea. Someto a su consideración lo hallado en un blog.
(2 entregas)
SONETO V
Nunca resulta amor tan suficiente
como demanda amor nuestra avaricia,
como debe ocurrir con tu caricia
nunca sentir temblor cuando se siente.
Si habla el corazón y nunca miente,
cuando llamas, mi verso te servicia
e implora compasión, ¡tanta codicia
desprende amor tu cuerpo evanescente!.
Acrecientan deseos anegados
mi gran dolor que tu recuerdo acuna,
rumor de labios, en adiós, distantes.
Mis anhelos pendientes de la luna
azul como tus besos deseados,
pupila de mis ojos deseantes.

1998.

Anónimo dijo...

(sigue)

SONETO VII
Tu amor es una calle sin salidas
mi corazón donde aparcar no tienes,
en ese tiempo que albeó mis sienes
abiertas se mantienen mis heridas.
Viene la deseada cuando vienes,
viene tu boca y brotan las zabidas
y no se liban lágrimas sentidas
ni ese dolor silente que contienes.
Sólo eres el cuerpo que he perdido
ese oscuro deseo que transforma
feroces dardos, besos encendidos,
ojos grises que rozan escondidos
la claridad sedienta de una forma
y ese olvido que crece en el olvido.

2000.

Al59 dijo...

Robusto homenaje, Norje (nuestro amado Yul Brinner no hubiera aceptado otra cosa). No sabe la ilusión que me hace verle por aquí, pura primavera nórdica y retozona. Caray.

Al59 dijo...

Tlazolteotl. Menuda diosa ha tomado por patrona, Sr. Verle. Me recuerda a Hécate Trivia, ésa que nos espera cuando (una vez más) nos toca bajar la basura. El día que nos bajen, también estará allí, puntual como siempre.

Al59 dijo...

Dolidos sonetos éstos, Mr. Verle. Me quedo, por el momento, con el segundo, aunque, a mi discutible juicio, el hallazgo inicial (Tu amor es una calle sin salidas, / mi corazón donde aparcar no tienes) se lo pone difícil a cualquier cosa que venga detrás. Hay otros dos versos buenísimos (Viene la deseada cuando vienes, y ese olvido que crece en el olvido), pero el conjunto, injustamente acaso, me recuerda el dictamen de Bilbo: como un trocito de mantequilla extendido sobre demasiado pan. ¿Necesitaba el poema la extensión y la estructura del soneto? Yo lo reduzco mentalmente a la parte que me parece realmente cargada de acierto, y tengo la ilusión de que se sostiene (¿mejor?):

Tu amor es una calle sin salidas,
mi corazón donde aparcar no tienes.
Viene la deseada cuando vienes,
la claridad sedienta de una forma
y ese olvido que crece en el olvido.


¿Sí? ¿No?

Anónimo dijo...

¿Quién calza sueños de oro y viste almas dolientes?

Pregunta.