domingo, 25 de febrero de 2007
Soñando bien despierto
El sueño es materia de las profundidades. Mañana, quizá, o esta noche, se pueda hablar de ello. La ensoñación es otra cosa, un asunto del más acá, inmediato y presente: como escribe Antonio Hernández Marín de la poesía, lo evidente al alcance de los ojos.
Tuvimos en la España de los 70 un grupo llamado Cucharada, donde veló sus armas el famosete Manolo Tena. No sé si hubiéramos tolerado uno llamado Cucharada de Amor (o de Cariñito). A los norteamericanos sesentiles, que sí se atrevieron, no les fue mal: con tres temazos como Summer in the City, Younger Generation y el que se avecina uno queda en paz con la Parca, la Crítica y cualquier otra ka que se precie.
Daydreaming es una canción de amor y pereza. Pereza activísima, claro, que es más bien odio a todos los oficios y los días laborables. Una canción así puede que no hable de psicotrópicos, pero no parece que pueda haber surgido ajena a la fantasía de ese eterno verano o domingo en el que una naranja, convenientemente saboreada, adquiere sabor a labios de arcángel.
El silbido restituye a Sebastian al reino de las aves, y el encanto se oculta al análisis, cifrado en algún lugar de esa secuencia de acordes manida pero efectivísima, como un destilado de lo mejor de los Kinks. Se puede entender que McCartney destilara a su vez Good Day Sunshine a partir de esta fórmula, volviendo completamente verde y soleado lo que aquí es más bien una brisa o neblina traslúcida. El desgarro pasota de Sebastian le sitúa por debajo de otras visiones más idílicas, en plan I Wasn’t Born to Follow —quizá por eso mismo se mantiene insolente y fresco.
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3 comentarios:
Acertada viñeta ésta, con un precioso ejemplar felino en actitud de sueño alerta. Me gusta porque parece pintada. La iluminación rojiza (¿del atardecer?) acentúa el colorido anaranjado del gato, que descansa sobre un muro rematado por una hilera de ladrillos oscuros de granate, como de sangre coagulada. La escena es roja, fuerte. En contraste, el gato, con su actitud de sueño elástico, logra mantener en suspenso todo el dramatismo del color. Es una hora de la tarde. El gato duerme. Y a mí me parece bien.
Saludos.
Grifo
Pues muchas gracias por el gato, y que me encanta encontrar escritos, canciones, blog así de agradables. Ya volveré a menudo para opinarte. Con las prisas no he mirado bien eso qué quiere decir lo de "Ciento volando", si va de un tal Sabina, sería lo único muy chungo, ya que por obvias razones no trago al tal cantamañanas. Pero "pecata minuta"...
Un saludo
Agustín: Bienhallado. Ciento Volando es el nombre de nuestro grupo de música, que lleva llamándose así desde el 91. Lo de Sabina es del dos mil algo. (Por otro lado, Celaya publicó un libro llamado Ciento volando en 1953 —quizá por eso, Sabina puso al suyo la coletilla «de catorce».) Un saludo.
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