sábado, 5 de mayo de 2007

Devociones: Tristan Tzara


De los vanguardistas de primeros del XX, tengo debilidad por Tristan Tzara, grandísimo publicista de la debacle. De él me gusta casi todo: que acabara editando a Villon, que le pusiera un -2 a Lenin y que escribiera cosas como ésta.

Échale un ojo al amable arte burgués: era un juego de baratijas, niños coleccionando palabras con un tilín al final; luego se ponían a gritar estrofas y le ponían zapatitos de muñeca a la estrofa y la estrofa se convertía en una reina para morir un poco y la reina se convertía en una zorrita y los niños corrían hasta que se quedaban todos verdes.

Luego llegaban los grandes embajadores del sentimiento y chillaban históricamente a coro psicología psicología jejeje Ciencia Ciencia Ciencia viva Francia No somos ingenuos Somos sucesivos Somos exclusivos No somos simples y somos todos muy capaces de discutir la inteligencia. Pero nosotros, Dadá, no somos de la misma opinión, pues el arte no es serio, os lo aseguro.

Por supuesto, Tzara se equivocaba en casi todo, pero a tiempo y con gracia. En estos días en que Carco pretende enterrar mayo, es un placer comprobar que primaveras más lejanas siguen tan ácidas como siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tristan Tzara me remite al caótico juego de la creación y la imaginación.

Al59 dijo...

Es un caso de autor que parafraseado parece un idiota, y sin embargo en directo, cara a cara con sus palabras, seduce. No hay muchos así.

Bartleby dijo...

La revolución de Dadá está en esa conclusión de Tzara -"el arte no es serio, os lo aseguro"-, auténtica premonición y denuncia de la seriedad litúrgica del arte contemporáneo. Que, a veces, roza la impostura. (Y, sin embargo, seductor)

Saludos al cabo de algún tiempo, Al.