lunes, 21 de mayo de 2007

Mudanza por un día



Hoy, aquí.

El cuento alquímico es viejo: del tesoro arrojado al horno, perdido para siempre, acaba sacándose uno mayor: un carbúnculo o rubí, la piedra filosofal. Apuntes de entonces: «(a) Por consejo del adivino, el asustado rey construye un gran horno (una casa en forma de caja de hierro en la versión 5), lo calienta, le pide que cueza pan, y la empuja dentro sin que ella sospeche sus intenciones (en 5, la induce a entrar, cierra la casa y le prende fuego). (b) Ella se debate e intenta en vano salir. (No se habla de lucha en 1, 2 y 6; en 4, ella ruega, expresa su amor, y acusa al fakir de intentar hacerse con sus cenizas. En 7, dice a su marido que eche también al judío al horno.) (c) Entre sus cenizas se encuentra una piedra filosofal (omitido en 2 y 5; en 6, se convierte en una corona de oro; en 7, el marido encuentra dos bolas de pasta, que le dan un suministro infinito de oro).»

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Caray, el enlace "folclore", qué resumen alquímico, Al, se me antoja y no quiero explicarlo, porque me voy entonces a donde moran les bruxes sin les estriges de Lilith, y se me va la razón, y me sobrevienen imágenes que no vienen a más cuento, que el de los cuentos propios!
La foto que has escogido para esta mudanza por un día, a mí también me sugiere imágenes. De Navidad, es decir, de Novedad, de proyección al futuro... Desde las escenas de los niños que todos llevamos dentro, en nuestra cultura de Vírgenes madres pero amorosas, en aquella época, al menos para mí... Seguramente porque disfruté de una infancia feliz y entonces no sabía ni quién era la Eva de aquel Dios tresenuno, ni apenas nada más del mundo que lo que yo imaginaba desde lo que me contaban con cariño.
Retórica aparte, yo sí creo que las huellas tienen camino: lo adivino porque no se puede cambiar. Pero sí los pasos sucesivos de los mismos pies... Gracias mil, pues, por los poemas del otro enlace. Esos a mí me provocan, en lugar de imágenes, emociones, sentimientos. Para ponerles más palabras, con retórica y sin ella. Lo cual implica que las manos actúen... Tecleando, por ejemplo. O cada cual a su manera. A mí ahora sólo se me ocurre este soneto de hace tiempo:

SONETO PARA UNA PUERTA
1No puedo ya mirarte como un día,
2que fue ayer. Tú te fuiste por los cerros
3de las nubes, yo con mis diez encierros
4que mutan y disparan. Me moría.

5Mas luego llegó la tarde, con juegos,
6con espejos, con las palabras mudas
7de la piel que aún vive aquí sus dudas.
8Amo tus naipes. Son como los fuegos

9nunca de artificio. Sutil cristal
10hecho vaso, o bien copa de metal
11en ocasiones. Siempre sugerente.

12Es tu voz como trueno y cascabel.
13Mis ojos buscan su luz diferente
14a pesar de los nudos de mi mente.

Milkbytes, i.e., umabrazo literal,

drix

Al59 dijo...

Drix: tus milkybytes me devuelven a la infancia, esa parte de la vida que (como decía un amigo) no se tira. Si no el camino, al que nos está vedado volver, queda la huella. No parece que nuestra memoria esté hecha de otra cosa.

He andado muy perdido estos días, pero creo que estoy de regreso. Como tú dices, los días se suceden como noches, más dormidos que vividos (o soñados). Sin escrúpulo perceptible / se desliza la vida, como en tono menor.

Es una gozada haber recorrido tanto camino en las tinieblas en buena compañía (aunque la mía, lo sé, no siempre lo sea: ni buena, ni, lo que es peor, compañía). Gracias.