Cada año por estas fechas nos reunimos de noche en el parque en torno al tesoro que enterramos en su día (doce años ya) y cambiamos regalos, confidencias, balances. Tiempo de versos, también. Éstos.
Sé que soy casi nada,
un cuchillo sin mango que ha perdido la hoja,
un espejo enfrentado sin rencor a otro espejo.
¿Por qué buscas la mano, si escondiste la piedra?
Tu deber es lanzarla. La memoria del dado
decidirá qué torre conmueves con tu acierto.
Mi voz es un cangrejo mordido por la luna,
la cuerda en que el ahorcado despierta sus mandrágoras.
Bajo el sol encontré mi lugar en el mundo
y escapé hacia el silencio, que no admite visados.
El espejo se observa (movimiento reflejo)
y la mano dispara sus penúltimas uñas.
He llegado hasta aquí. Si el propósito ha muerto,
viven sus accidentes
y esta mano tendida que dibujan tus dedos.
un cuchillo sin mango que ha perdido la hoja,
un espejo enfrentado sin rencor a otro espejo.
¿Por qué buscas la mano, si escondiste la piedra?
Tu deber es lanzarla. La memoria del dado
decidirá qué torre conmueves con tu acierto.
Mi voz es un cangrejo mordido por la luna,
la cuerda en que el ahorcado despierta sus mandrágoras.
Bajo el sol encontré mi lugar en el mundo
y escapé hacia el silencio, que no admite visados.
El espejo se observa (movimiento reflejo)
y la mano dispara sus penúltimas uñas.
He llegado hasta aquí. Si el propósito ha muerto,
viven sus accidentes
y esta mano tendida que dibujan tus dedos.
3 comentarios:
Así, con esos versos, dará gusto ir a reunirse.
Mil gracias, Talín. Del gusto de reunirse, nacen los versos.
Me gustó mucho el poema. Especialmente memorable la línea "y la mano dispara sus penúltimas uñas".
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