Confiaba en desengañarme (digo desengancharme) un poco, pero aquí en Sagrata, Italia, la hospitalidad de Giulia es tan buena que hasta hay conexión a la dínamo celeste (como la llamaba, sin saber aún de qué hablaba, Allen Ginsberg).
Está de actualidad el festival de Eurovisión, con sus cantantes previsiblemente imprevisibles. Bien: para representante sorprendente, Franco Battiato, que acudió en 1984 a la cita con esta maravilla. No ganó, claro.
2 comentarios:
J., el señor que recarga la máquina del café a la que a veces recurro cuando desfallezco, me dijo que seguramente nuestro Rodolfo Chiquilicuatre no va a ser lo más tremendo de Eurovisión, que habrá más. Va a tener razón.
Una suerte estar en ¿Italia? y encima poder conectarse. Que disfrutes.
A mí no me parece mal la gracia. Cierto que si las canciones tuvieran otro nivel (en plan Los trenes de Tozeur), sería como enviar el 'Pican pican los mosquitos' a competir con el Himno a la Alegría.
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