martes, 2 de septiembre de 2008

No quiero verte madre


Rubén fue Campoamor. Lo olvidamos, claro, porque llegó a ser Rubén (el autor de Azul y las maravillas que lo siguieron), pero Abrojos (1887), publicado a los 20, es una sucesión de apuntes prosaicos, voluntariamente fríos. Algún paladar estragado habrá que la prefiera (por cool) a la poesía posterior de Darío.

Entre la mala yerba, no falta la flor venenosa. Pienso que hoy nadie tendría el cuajo de escribir (y publicar) estos versos. De ahí su fuerza.

No quiero verte madre,
dulce morena.
Muy cerca de tu casa
tienes acequia,
y es bien sabido
que no nadan los hombres
recién nacidos.

4 comentarios:

Sr. Verle dijo...

Al: Ésta de aquí podría haber sido una buena portada allí (con poquito más de aliño).
Pero tenga algo de paciencia con un cascarrabias como yo.

Al59 dijo...

Cuente con ella. En realidad, creo saber qué encaja en el NJ. Por eso mismo, me apetece a menudo (con acierto variable) salirme del guión.

Anónimo dijo...

...Se me ocurre esta versión en verde pa contra lo azul. Y Rubén Darío a mí se me empequeñeció no ya por su superficialidad, sino por la inevitable comparación que me sacudió cuando leí las "Leyendas de Guatemala", de Miguel Ángel Asturias, prodigiosamente certero en utilizar la palabra precisa para sonar precioso y continuar la historia de sus ancestros...

No quiero verte casado
que entonces dejas el agua
de fuentes, ríos y "muamua"
-abrazos en que yo nado.
No quiero verte casado
que mi mente se pervierte
por no tenerte y quererte.
Casado no quiero verte
ni padre mío es tu suerte,
por suerte para mi muerte


Besos&saluxx,
Drix

Al59 dijo...

Bien pensado, Drix. Las Vainica hicieron una canción que va, creo, por el mismo lado: «Desde que eres mi marío, ya no te quiero».