domingo, 30 de noviembre de 2008

Suma del vuelo de los hombres


Cabe la vida entera en un soneto, escribió Manuel Machado. La Historia de los hombres exige algo más; pero no demasiado. En cuatro pliegos (57 páginas, 17 poemas) la resuelve el maestro en su última entrega, Suma del vuelo de los hombres. De la FNAC a casa, casi me da tiempo a leer completas las andanzas del homo necans, del verde corazón de lo que aún no era África a los estudiantes que interiorizan, sumisos, las mentiras del Régimen. ¿Una muestra? Sitúense ustedes mismos:

M

Ah, pero ya las lenguas muertas
vuelven en letras a vivir:
saben leer ya muchos clérigos
y escribir mejor latín;
en las escuelas, a la sombra
de las cábalas sobre Dios,
ya el veneno de la lógica
viva floreciendo está,
y aun profesores, de Bizancio
huyendo, enseñan a leer
griego a Bocaccio. Y más: las letras
centuplican su poder
con el truco de la imprenta. El
mapa del mundo culto va
redondeándose: canta el credo
Escandinavia y la que fué
última Tule; ya Granada
es ganada, y por aquel
rabo de Europa se hace limpia de
todo resabio de otra fe...


viernes, 28 de noviembre de 2008

Memories (Robert Wyatt)



Increíble, luego cierto. Esta canción de largo recorrido (n. 1964), que acompañó a Robert Wyatt desde los días de The Wilde Flowers hasta su carrera en solitario, pasando por la primera maqueta de Soft Machine, fue también la primera que grabó la inefable Whitney Houston, en 1982, con el grupo Material. Aunque Wyatt la hizo suya (a la canción, no a Houston —que sepamos), letra y música son de Hugh Hopper, un músico cuyo puesto en Soft Machine también merece comentario: primero amiguete, después pipa y al final bajista (de memorables vuelos). Hay algo amenazador, onírico y cotidiano a la vez, en la paradoja que centra la canción: los recuerdos get you so you can't stay / and yet cannot go.

(Quizá la versión más sorprendente sea ésta de Soft Machine, con Mike Ratledge evocando las Gimnopedias de Satie. Cierto que ésta de Pascal Comelade, totalmente patafísica, tampoco tiene desperdicio. Hay más y mejor sobre la canción aquí y aquí.)







miércoles, 26 de noviembre de 2008

Fiesta democrática

Hoy se han celebrado elecciones para renovar (o no) el Consejo Escolar en mi instituto. Ha sido más bien que no. En fin. La democracia siempre es una fiesta. Como en todas las fiestas, siempre hay quien bebe de más, quien chupa del frasco y algún que otro retrato de Dorian Gray. Habría que hacer algún día una lista de los grandes éxitos de la democracia, como éste o aquél. Lo sabía Feijoo: vox populi, vox Dei.

martes, 25 de noviembre de 2008

Variaciones



«El tiempo pasa;
nos vamos poniendo menos»
(Andrés Calamaro).

El tiempo pasa.
La onda se desfasa,
el cielo nos rebasa
y hacemos tabla rasa.
(El duende
sigue en casa.)

El tiempo pesa.
El óxido nos besa.
Debajo de la mesa,
la sogatira cesa.
Cerremos esta empresa.
(El alma
sigue ilesa.)

El tiempo pisa.
Dios nunca viene a misa.
Un gato en la cornisa.
¡Va todo tan deprisa!
(Tan sólo el grillo
avisa.)

El tiempo posa.
Llega a cierta cualquier cosa.
Crecen letras en la losa.
La oscuridad es golosa.
Miedo. Tu rostro
rebosa.


George Segal, Chance Meeting (1989)

domingo, 23 de noviembre de 2008

Orgullo Aymara


En la vieja Radio 3 (años 80) uno aprendía cada día los nombres de cinco o seis grupos curiosos, si no imprescindibles. No sé si conservaré la cinta en la que grabé, por el 86, aquel programa de Discópolis (¿o era aún Disidentres?), pero he rezado a Youtube y mis plegarias han sido atendidas. En aquella sesión, José Miguel López nos descubrió el rock peruano, desde el punk («No demore mucho, venga a vivir a Ayacucho») hasta la psicodelia (memorable Guajira sicodélica de Los Destellos: "como si Carlos Santana se hubiera dado una vuelta por los Andes, unos añitos antes de grabar el Abraxas"), pasando por el folk-rock de Orgullo Aymara. Descubro ahora a los intérpretes: Delpueblo y Delbarrio. Su versión, de 1986, es la que lleva años en mi memoria, aunque el tema original, más progresivo, es de El Polen (1970). La letra, mire usted, resulta ser adaptación de un soneto de Dante Nava, de 1931. Delirios étnicos, épica de saldo, de un descendiente de italianos —y sin embargo.

Soy un indio fornido, de treinta años de acero
forjado sobre el yunque de la meseta andina
con los martillos fúlgidos del relámpago herrero,
y en la del sol entraña de su fragua divina.

El lago Titikaka templó mi cuerpo fiero
en los pañales tibios de su agua cristalina,
me amamantó la ubre de un torvo ventisquero;
y fue mi cuna blanda la más pétrea colina.

Las montañas membrudas educaron mis músculos.
Me dio la tierra mía su roqueña cultura;
alegría las albas y murria los crepúsculos.

Cuando surja mi raza, que es la raza más rara,
nacerá el superhombre de progenie mas pura
para que sepa el mundo lo que vale el Aymara.





jueves, 13 de noviembre de 2008

Vals modal y resurrecto


Una pieza reconstituida, ahora para dos guitarras (pero en piano, vía midi).



*


Del último libro de Joaquín Márquez, todo él muy recomendable, este poema que vale un mundo:

CEREMONIA

Entre vosotros, como inicuo
guión, el ataúd que contenía
los restos de la abuela.
El sacerdote,
con sus sobredorados de ritual,
alzaba lentamente
el cáliz pronunciando
las mágicas palabras que otorgaban
tan inmenso poder.
Tú lo espiabas
copiando en tu memoria
cada vocablo y cada gesto.
Cuando
la ceremonia terminó nada dijiste,
ni siquiera a tus padres;
ofreciste en silencio
tu promesa a la abuela.
Seguirías
asistiendo a la misa
hasta aprenderte el truco.
Y con algo de práctica, la resucitarías.

(Joaquín Márquez, Fábulas peregrinas, p. 15)

viernes, 7 de noviembre de 2008

Buscando piedras


Envidio ese talento de mi padre: trasmitir lo esencial y desdeñar la cáscara. No gastó un minuto en hablarnos del surrealismo y su historia: sin prólogo, nos enseñó aquella tarde a buscar piedras, en la certeza de que el juego enseña (en el sentido fuerte: muestra) la razón del juego y nos sitúa en el campo donde actúan, sin nombre que las falsee, las fuerzas en liza. Comenzamos buscando piedras bonitas, que mereciera la pena enseñar a los mayores —pero pronto sentimos un vértigo añadido, la sensación de que las piedras, lejos de ser una superficie inerte donde proyectar nuestro capricho, ejercían un complejo magnetismo, del que nosotros éramos sólo una capa más, superficial y reciente. Cuando llevabas un rato buscando, las piedras dejaban de ser algo que mostrar o amontonar, de vuelta, en un rincón: se trataba más bien de amuletos de los que uno sería en adelante reacio a desprenderse, objetos que no tenía sentido mostrar a nadie que no *comprendiera*.

El objeto de la Quest es variable, aunque (sospecho) no arbitrario. Alguna vez he visto una fiebre similar en los concursos de fotografía, en los que se invita a los chavales a recorrer las calles en busca de la imagen imprevista, fuera de catálogo. El trébol de cuatro hojas o cualquier otro mcguffin de ginkana puede servir, hasta cierto punto —pero hay en las piedras una cualidad especial que ninguno de sus rivales alcanza: son objetos sólidos, materialísimos, y sin embargo es la sospecha de algo psíquico, psicoideo, lo que vuelve a una de entre tantas tan significativa como una coincidencia o una rima inesperada.

La idea de la piedra permea otros tesoros: Excalibur o el Grial derivan, en algunas versiones, de una piedra caída del cielo, acaso de la frente del ángel (también) caído. Caída o lo contrario: emergida de las profundidades, donde la lava sirve como crisol de una alquimia sin texto.

He conservado durante muchos años en lugar preferente mis piedras. Las echo ahora de menos, como Penates o Lares que uno hubiera abandonado, por desidia, en el trastero. Pienso que la vida me dará la oportunidad de resarcirme, reemprender la búsqueda con los únicos capaces de perderse y guiarme. Entretanto, leo a Breton y admiro cada vez más su entusiasmo ejemplar, su resistencia. Vayan estas líneas en homenaje, también a él.

Cosa muy distinta es, nunca me cansaré de repetirlo, manifestar un interés de curiosidad por piedras insólitas, todo lo bellas que se quiera, pero a cuyo descubrimiento hemos sido ajenos, y ser esclavo de su búsqueda, para de tarde en tarde encontrar algunas, y aunque objetivamente valgan menos que las que ya se tenían. Entonces es como si se jugara algo de nuestro destino. Estamos, totalmente entregados al deseo, a la solicitación, y sólo en virtud de ello puede cobrar valor tan alto el objeto buscado. Entre él y nosotros se van a producir precipitadamente, por vía analogía, una serie de intercambios misteriosos.

(...) La búsqueda de piedras... determina el rápido paso de los que a ella se entregan a un estado segundo, cuya característica esencial es la extralucidez. Ésta, partiendo como un cohete de la interpretación de una piedra excepcional, abarca e ilumina las circunstancias de su hallazgo. En caso tal, tiende a suscitar una causalidad mágica, que supone la necesidad de intervención de factores naturales sin relación lógica con lo que está en juego, por lo cual desconcierta y confunde los hábitos de pensamiento, pero sin que por ello deje de subyugar nuestra mente (André Breton, Magia cotidiana, Madrid: Fundamentos, pp. 140 y 142).


jueves, 6 de noviembre de 2008

La Demonesa


ἐλθούσης δὲ αὐτῆς πρός με εἶπον * αὐτῇ· «λέγε μοι σὺ τίς εἶ.» 4 δὲ ἕφη· «ἐγὼ ᾿Ονοσκελὶς καλοῦμαι, πνεῦμα σεσωματοποιημένον * φωλεῦον ἐπὶ τῆς γῆς».

3 Habiendo comparecido ante mí, le dije:
— Dime quién eres tú.

4 Ella dijo:
— Me llamo Onoscélide, espíritu hecho cuerpo, que tiene su cubil sobre la tierra
.



(Maeror Tri, Onoskelis)


sábado, 1 de noviembre de 2008