Tiene que doler que te tiren por tierra una cosa tan bien hecha. Años después, contaba Remedios Amaya que mientras grababa Quién maneja mi barca toda su ilusión era bajar a la panadería a comprar una palmera de chocolate. Yo la entendí perfectamente.
El problema de los tiempos y las modas es espeso. Cuando se grabó esta canción ya habían sucedido Smash, Triana, La leyenda del tiempo y las Grecas. Es verdad que el arreglista forzó un poco las cosas introduciendo una caja de ritmos, que envejece el tema sin darle a cambio un 'aire de época' estimable. Pero todo lo demás es un acierto: la letra minimalista, que podría ser tradicional; el bajo que insiste en las notas menos obvias; y la voz fresca, sin aditivos ni manierismos, de Remedios.
Si recuerdo bien la entrevista, después de la catástrofe eurovisiva Amaya pasó años y años de silencio obligado, hasta que el tiempo la separó de una discográfica que no quería publicar nada suyo, pero tampoco dejarla libre. (Pues sí: diez años, que se dice pronto: 1984-1994.) Después, por fortuna, le ha ido estupendamente.
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