viernes, 22 de mayo de 2009

Secuencias


Una pieza simple, en cierto modo. En modo dórico, concretamente: una escala medieval que cayó del pentagrama en el siglo XVII, pero retorna, imparable, con cualquier excusa. La melodía atraviesa tres tonalidades (fa sostenido menor, re menor, si bemol menor) y consiste, de hecho, en esa travesía. La orquestina Finale agrupa esta vez a un oboe (ya fetiche de la casa), un clarinete, un violonchelo, un laúd y un trombón.

0:34 Edito. En esta versión (¿final?) el metalófono canta, por dos veces, una melodía más dibujada (e irregular).

1:33 Soluciono error de casting: metalófono fuera, adentro trombón.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

La imagen de esta Diana ensombrecida, me gusta. La música de notas extraviadas, en cambio, me resulta inquietante... Diana atrapada por la maldición de Yahvé, que la convirtió en nada desde la voz de los muy machos escribas de los "libros sapienciales". Esos libros que suprimieron la genealogía femenina y nos llenaron, a las mujeres, de tareas esclavizantes, desde la obediencia señalada para nosotros y desde la imposición de nuestra belleza... "muda".
Yo sueño con serpientes. Con serpientes de mar, y con un mar, ay, de serpientes, sueño yo... Pálidas, transparentes, o saturadas al máximo de color, mas sabias, diferentes... equivalentes al león en su sinuosidad majestuosa tan poderosa como el rugido más potente.
Eso se me ocurre, bueh...
Drix

Al59 dijo...

«Música de notas extraviadas». Me gusta, Drix. Sin embargo, es un extravío metódico —y melódico. Por cierto que me mola el trombón. ¡Otro instrumento fetiche!