Uno sabe que yerra, pero cae en ese juego de buscar otros Beatles, otra ISB, otro Satie. En el corazón del error, hay un acierto: a veces, el tono peculiar de un artista continúa por otros medios, otros médiums, y pueden ser otros quien nos den no sólo 'nuestro mejor yo', sino el más característico. (Parece confirmado, por ejemplo, que La desesperación no es de Espronceda; pero pocas cosas hay tan suyas.)
Pero en conjunto se trata de un error, que perjudica sobre todo al artista en quien buscamos a otro. Nunca lo hallaremos suficientemente parecido para no juzgarlo, en comparación, de serie B o Z, pródigo en diferencias que lo desvirtúan; o, por el contrario, si se esfuerza por no añadir nada que no esté ya en el original, nos parecerá un ingenio clónico, reiterativo.
Entre lo uno y lo otro, me vienen a la mente tres discos que adquirí porque se prometían inspirados por Erik Satie. El segundo, por malo, lo condeno al olvido; pero me gustaría recordar los otros dos.
El primero ya tiene sus años: es un disco de Roger Eno, el hermano de Brian Eno, llamado Between Tides, de 1988. El tercero es reciente, del 2004: Velvet Afternon, de John Hackett (también hermano; en este caso de John Hackett, el guitarrista de Genesis). (La lista de hermanos poco conocidos de artistas célebres podría seguir: si alguien se apunta, arrojo un tercer as: Terry Oldfield.)
1 comentario:
Mientras Brian se perdía por los insondables abismos de la música electrónica, su hermano, a lo que parece por esta pieza, se dedicaba a explorar sonoridades clásicas de forma maravillosa.
El de John no lo tenía oído. Otra maravilla mas a sumar a las muchas que si he tenido ocasión de escuchar.
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