Van cuatro. Y con esto acabamos, de momento. El quinto apartado es éste.
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Como ya hemos adelantado, la creencia en los ŷinn es tan central e irrenunciable para la religión islámica como lo es para los cristianos la creencia en ángeles. [1] No se trata de una sustitución (creer en ŷinn en vez de en ángeles), sino de una concepción del mundo más amplia: donde la visión cristiana (y antes judía) coloca dos planos: hombres y ángeles, el Islam distingue tres: hombres, ŷinn y ángeles.
Los ŷinn eran ya bien conocidos antes de la predicación de Mahoma. [2] El Corán confirma su existencia y aclara su origen: Alá creó a los ŷinn del fuego sin humo (Corán 55:15) (por eso, no debe sorprendernos que arrojen fuego por la boca, como sucede en varias historias aquí recogidas). Iblīs (nuestro Satán), que se rebeló contra Dios negándose a inclinarse ante el hombre, al que consideraba inferior (Corán 7:11), es uno de los ŷinn, aunque antes de su caída se le había hecho un hueco entre los ángeles en consideración a su excelencia. [3]
Una muestra de la importancia de los ŷinn es el hecho de que el libro santo, además de mencionarlos en varios de sus capítulos, llamados suras o azoras, les consagra una de ellas, la septuagésimo segunda, llamada Al ŷinn (سورة الجن). Otro hecho significativo es que el último versículo del Corán contiene una referencia a los genios (114.6). También hablan sobre los ŷinn algunos hadith, tradiciones sobre la vida del profeta Mahoma que circularon oralmente durante varios siglos y fueron después recogidas por escrito, otorgándoseles carácter normativo y, a veces, sagrado.
En la comunidad islámica actual la creencia en ŷinn conserva su vigor, aunque algunos observadores han señalado que va a menos, del mismo modo que decrece la creencia en ángeles entre los cristianos. En el siglo XX hubo tentativas de racionalizar a los ŷinn, viendo en ellos a los microbios que describe la biología moderna, pero no han prosperado (entre otras cosas, resulta dudoso que se pueda conciliar esta lectura con los testimonios que nos hablan de conversaciones entre el Profeta y los ŷinn). [4]
El libro del doctor Omar Sulaîman Al Ashqar recogido en la bibliografía (Sulaîman Al Ashqar 2003) es un ejemplo de la visión ortodoxa islámica sobre los genios y demonios.
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[1] Su existencia se encuentra firmemente establecida en el Islam y es uno de los temas que el musulmán debe obligatoriamente conocer (Sulaîman Al Ashqar 2003: 34).
[2] La creencia en Genios prevalecía en Oriente mucho antes de la época de Mahoma. Se suponía que rondaban los lugares solitarios, particularmente hacia la caída de la noche; superstición que congeniaba con las costumbres e ideas de los habitantes de regiones solitarias y desiertas (Irving 1982: 93).
[3] Sol Tarrés indica, sin embargo, que mientras los hombres consideran a Iblīs un genio, apoyándose en los textos sagrados, las mujeres, especialmente las procedentes del mundo rural, consideran que es un ángel caído (Tarrés Chamorro 1999: 233). Hay un pasaje coránico (2: 32) que parece avalar esta idea, pues presenta a Iblīs entre los ángeles, como uno de ellos: Entonces dijimos a los ángeles: «Postraos ante Adán»; y se postraron, excepto Iblis, que rehusó. Cf. sin embargo la coletilla que aparece en 18: 48: Acuérdate de cuando dijimos a los ángeles: «¡Postraos ante Adán!». Se postraron todos, menos Iblis, que estaba entre los genios (tr. de Juan Vernet). V. la discusión en Sulaîman Al Ashqar 2003: 39-42.
[4] Michel Gall recoge una cita de Th. Van Baaren sobre el tema: Sonreímos al ver que los musulmanes modernistas se esfuerzan en demostrar que los espíritus del desierto de que habla el Corán son los microbios de la ciencia moderna, pero, pensándolo bien, estos intentos de adaptación son del orden de la teología cristiana cuando asimila los siete días de la creación mencionados en el Génesis a los períodos de la evolución geológica. Nosotros no estamos de acuerdo. Pensamos que el origen de los djinn es más noble. Lejos de ser fenómenos naturales, son la prueba del genio del hombre (Gall 1976: 94-95). Sulaîman Al Ashqar recoge también la idea como una de las nociones erradas sobre los genios: Algunos «contemporáneos» alegan que los genios son las bacterias y microbios que la ciencia moderna ha descubierto recientemente (Sulaîman Al Ashqar 2003: 29). Algo tendrá la idea, porque también Cansinos Asséns (1961: I 333) la presenta, aunque sólo como metáfora: para él los genios representan una categoría de espíritus elementales, esparcidos por toda la creación como una suerte de microorganismos o bacterias psíquicas que intervienen en todos los procesos vitales. Siguiendo una vereda similar, Nasr Hamid Abu Zayd, profesor de la Universidad de El Cairo, propuso en 1992 que los genios y los demonios podrían ser representaciones mentales pertenecientes a cierta etapa de la evolución de la conciencia humana. Fue llevado a juicio y declarado apóstata (Dundes 2003: 11-12).
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