martes, 29 de junio de 2010

Qué guapa era Carmen


No me toca juzgar lo que pueda haber enseñado, pero en estos años de docencia he aprendido, y cómo, de mis alumnos. En especial, siempre que les he animado a adentrarse en el folklore, hurgando en su memoria o en la de sus mayores, he salido maravillado, como en esas expediciones que solíamos hacer de pequeños, a lo Breton, en busca de piedras.

De vez en cuando, me vuelven a la memoria algunas de las canciones que recogimos para el Cancionero y Romancero del Campo Arañuelo. Ésta es una de las más bonitas, interpretada por Sara Llanos Álvarez, del pueblo de Mirabel, nacida en 1928, y recopilada por Sara Cabezón Sancho.


¡Qué guapa era Carmen,
qué rubia era Elena,
Matilde, qué buena,
qué alta Salud,
Emilia, qué guapa,
Pilar, qué bonita
y qué bien Sarita
tocaba el laúd!

4 comentarios:

Alejo Urzass dijo...

¡Que ha perdido usted a Pilar!

Juan Poz dijo...

Alejandro, has marginado a la bonita Pilar... ¡Qué entrañable elogio de la ortografía! Supongo que debe de referirse a la caligrafía, qe siempre, hasta estos tiempos cibernéticos, había sido considerada como algo digno de elogio. Quienes tenemos cacografía comprendemos a la perfección el pasmo ante la caligrafía, no tanto hermosa, cuanto personal. Recuerdo una exposición que vi en León sobre poemas de Antonio Gamoneda ilustrados por diversos pintores y lo que más me llamó la atención, más que las pinturas y que el propio contenido de los poemas fue la singular caligrafía de Gamoneda, a veces indescifrable, a veces arábiga, siempre fluyente... ¡Toda una experiencia visual!

Al59 dijo...

No se les pasa una. ¡Así da gusto!

Al59 dijo...

Antonio Hernández tenía también una caligrafía muy personal, influida por la escritura jeroglífica, de la que alguna vez he traído una muestra. Como bien dices, toda una experiencia visual.