Con permiso del interesado, publico aquí un mensaje que me envió hace unos días Juan Poz, bloguero y profesor de los que no quedan (ni hubo nunca abundancia). Pensaba extractarlo, pero Poz no es hombre que escriba una palabra en vano, y al final cualquier intento de resumir abarata y falsea el contenido. Me atrevo, pues, a traerlo tal cual. Lo hago porque constituye la mejor respuesta que uno podría esperar al empeño de El aula encantada. Se trata de la reacción de sus alumnos marroquíes, de un instituto de Barcelona, ante el libro y (sobre todo) ante su planteamiento. Como también les pasó a los míos, lo primero es la incredulidad: ¿de verdad puede interesar a los descreídos profesores españoles una cosa tan musulmana, tan suya? Vencido ese escollo, viene el aluvión: la evidencia de un material tan rico como caótico y contradictorio, cualidades que uno ha aprendido a asociar a lo genuinamente 'popular', sea eso lo que quiera o pueda. No todo es miel: en ese magma aparece también extractada en forma hiriente (especialmente hiriente por lo lograda y sintética: bella, en suma) la misoginia que uno querría considerar accidental o negociable dentro del Islam (acordándose, sobre todo, de aquella hermosa esclava de Las mil y una noches, que sabía sobre el Corán más que ninguno de los talibán que la interrogaban), pero que está, como se ve, clavada en el núcleo de lo islámico actual, en el doble sentido de la palabra: el único Islam que tenemos a nuestro alcance aquí y ahora (aunque quepa recordar o soñar otro).
Mil gracias, Juan. Con un lector así, vamos servidos.
Querido Alejandro:
Ya he tenido ocasión de leer vuestro libro en mis clases dedicadas a la lectura en voz alta y la recepción ha sido entusiasta. Así que vieron que el tema era el que es, los de 2º de ESO no pararon de levantar la mano con una insistencia tremenda, porque todos querían contar alguna anécdota de los maléficos seres, como después te detallaré. Lo que más me impresionó fue la aceptación acrítica del personaje y la convicción de no estar hablando de Literatura, sino de la vida real de cada día, pues todos ellos tenían “experiencia directa” de las diabluras o travesuras (o travesuras diabólicas) de los personajes en cuestión. Te transcribo, a continuación, algunas de sus intervenciones:
· Si se le pisa la sombra a un Yin puede matar a quien lo ha hecho.
· Si un leñador corta el árbol donde vive un Yin, éste lo mata.
· Ella (Laraib) ha visto el yin que habita en casa de su tía: es blanco como una sábana. También hay una raya de sangre en el suelo, trazada por el yin. Si se salta, el yin las puede matar. Primero hay que limpiarla muy bien, para poder salir después.
· Iba (Kulwant) en bici con un amigo y éste le dijo que si se cruzaban con un yin tenían que arrojarle 7 piedras, y él decía que no, y, por no hacerlo, tuvo un accidente. Después se cruzó con otro, se bajo de la bici y le tiró las siete piedras, ya no tuvo ningún accidente.
· Los yin tienen miedo al fuego.
· Los “Churel” son los yin femeninos.
· En las casas abandonadas se lee cuatrocientas veces ciertas partes del Corán y se consigue dominar a los yin.
· Si a algún yin le gusta algo y nos lo dice mientras soñamos, se lo hemos de dar.
· Al yin le gusta la sangre de las personas.
· Samia dice que su tía está poseída por un yin y que se contorsiona y saca espuma por la boca, se da golpes y se comporta como una loca.
· Si dentro de la mezquita se molesta a un yin, éste le rompe la pierna a quien lo ha molestado.
· Hay yin que son glotones.
· El yin mata a las chicas que leen el Corán.
· Los yin pueden vivir cien años.
· Los yin pueden tener cara humana.
Como ves, se trata de una relación caótica que refleja con exactitud el modo como se quitaban unos a otros la palabra para decir ellos la última. Con todo, a pesar de tratarse de algo a lo que le conceden una realidad inequívoca, discutieron mucho entre ellos si los yin pueden hacer o dejar de hacer ciertas cosas, pero hasta las chicas estuvieron de acuerdo en la acción homicida del yin contra las chicas que leen el Corán. Tuve la impresión de que había un margen de creación en sus declaraciones sobre los yin que formaba parte de la aceptación tácita de los mismos. Daba gusto verles competir en “invenciones”, a cual más truculenta, para sorprender a sus compañeros, quienes escuchaban con muestras de escepticismo o asentimiento en función de sus propias experiencias.
En fin, te agradezco enormemente el trabajo que has realizado y que tan bien se ha plasmado en un libro cuya dignidad intelectual ya quisieran muchos otros que se publican con bombo, bombín y , como decimos en catalán, rebombori…, esto es, con mucho eco mediático. Aún he de sacarle más partido pedagógico, por supuesto, y durante algunos años, lo leerán todos mis alumnos de ELE. Tan pronto como me encuentre con alguna revelación extraordinaria sobre el asunto, la pondré en tu conocimiento, siquiera sea a titulo anecdótico.
Te deseo un feliz, inspirado y trabajado 2011
Un abrazo.
Juan
2 comentarios:
Como dirían mis raíces andaluzas, de Vejer, ahí es na lo altas que son...: osú, miarma, que vergüensa m'has jesho passar...
Como decía mi padre una vez que lo ingresamos en Urgencias, 'no me gusta ser el prota'. A mí tampoco, pero...
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