Le tomo prestado el título a aquel viejo tomo del maestro para traer algunos apuntes sobre lo que pasa (o más bien nos arrolla).
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Murcia, Grecia, el mundo: primero miserabilizas la vida de la peña. Luego, cuando se revuelven, te rasgas las vestiduras: ¡ah, la canalla!
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Un experimento en marcha: ver hasta dónde se puede dinamitar el estado del bienestar sin que se produzcan protestas violentas de cierta envergadura. Luego, cuando inevitablemente se produzcan, culpar a la canalla (esos que parecían pacíficos contribuyentes y que habrán mostrado, nos dirán, su verdadera cara). Habrá llegado la hora de cauterizar las heridas: dar por concluido el ajuste e incluso retroceder levemente, sabiendo que el mercado laboral habrá quedado ‘flexibilizado’ (precarizado, miserabilizado) de forma irreversible.
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Leo que, probablemente, el presunto agresor de Murcia salga en libertad sin cargos. Pero la mercancía ‘informativa’ ya se ha vendido, y no se admitirán devoluciones. En lo que se confirma que el hombre no estuvo donde tenía que estar, me tranquiliza comprobar que, en vez de explorar otras vías de investigación, la policía se esfuerza por incriminarle como sea. Sería un crimen dejar que se escape un sospechoso tan prometedor sin sentenciarlo debidamente: «José David Baño Lorente, el drogadicto vago y maleante que agredió a Pedro Alberto Cruz». ¡Hágase justicia!
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