lunes, 10 de enero de 2011

Te es molesto el ocio, Catulo


Los Reyes me han traído un regalito con el que espero ir pasando en estos días a mp3 las muchas cassettes cientovolanderas y asociadas que han sobrevivido hasta hoy. Ha querido el azar que la primera entrega sea ésta: un poema de Catulo, el carmen LI, que interpretamos un grupo de amigos en directo en el Paraninfo de la Complutense en 1993, en un congreso sobre lenguas muertas y agonizantes que se llamó El Cementerio Animado. La música es del amigo Rafa Herrera y cantan Claudia Paz Yanes y él; a las guitarras, Rafa y yo mismo. Así dice el texto en su latín y en la esmerada traducción de Rafa:

Ille mi par esse deo videtur,
ille, si fas est, superare divos,

qui sedens adversus identidem te

spectat et audit


dulce ridentem, misero quod omnis

eripit sensus mihi: nam simul te,

Lesbia, aspexi, nihil est super mi

vocis in ore;


lingua sed torpet, tenuis sub artus
flamma demanat, sonitu suopte
tintinant aures, gemina et teguntur
lumina nocte.


otium, Catulle, tibi molestum est:

otio exsultas nimiumque gestis:

otium et prius reges et beatas

perdidit urbes.


*

Él igual a un dios ante mí parece,
él, si puede ser, que a los dioses gana,
quien sentado ahí, frente a ti, sin pausa
te oye y te mira

mientras dulce ríes, lo cual me arranca,
triste, mis sentidos, pues al momento,
Lesbia, en que te miro, ya no me queda
voz en la boca;

mas mi lengua trábase, tenue llama
corre por mis huesos, con son interno
suenan mis oídos y doble noche
cubre mis ojos.

(Te es molesto el ocio, Catulo, el ocio
hace que te agites y exaltes mucho.
Ya ha perdido el ocio primero a reyes
y urbes felices.)



(La grabación comienza en el segundo verso. Nadie es perfecto.)

2 comentarios:

alicia dijo...

Plas, plas, plas...

Al59 dijo...

Gracias, Alicia. Qué mala prensa ha tenido siempre la ociosidad, madre, según el refrán, de todos los vicios. A los señores de las agendas les sienta fatal que alguien se mueva por el tiempo sin estar cumpliendo planes, pronósticos y propósitos. Sin embargo, sólo de ese perderse en el tiempo, como quien se pierde en el bosque, puede salir algo inesperado. Y de eso, de aguardar lo inesperado, vivimos en última instancia.