miércoles, 26 de junio de 2013

Leyendas augustóbrigas: La muerta con más vida



Otro apunte rescatado sobre las leyendas.

La muerta con más vida. Traicionada, abandonada, asesinada, la figura femenina triunfa sin embargo de la muerte, se resiste a desaparecer. Soy tan solo esa herida molesta: no está viva, pero no está muerta. Nótense los cuentos en que muere una pareja, pero es ella sola la que vuelve. El alma es femenina, como la Voluntad; y, como ella, compulsiva, reiterativa. Y detrás de los mitos y las máscaras, el alma, que está sola (Borges). Caso peculiar de Las mellizas: las protagonistas de este cuento marroquí superan su condición fallida mediante la muerte de una de ellas (la débil) y la reintegración de la otra al Poder: la muerta al hoyo (el de la tumba y el de la barriga) y la viva al bollo. La figura eternamente condenada es a la vez salvífica: un ejemplo ‘viviente’ de lo que no hay que hacer, de lo que no debe ocurrir. Don’t you do what I have done. Permite una katharsis en cabeza ajena: memento mori! Su muerte es la nuestra, pero no literalmente: somos como don Miguel de Mañara o Félix de Montemar, asistiendo a nuestro propio entierro para ayudarnos a sentar cabeza, a cambiar el rumbo, quemar el karma. Nuestra imagen (vera icon) en el espejo de la muerte: lo que realmente somos o la parte de nosotros que ‘no es’. Pero es cierto de toda historia en cuyos protagonistas nos proyectamos: ‘vamos’ con ellos in phantasma (los fantasmas somos nosotros), como en las películas en que se viaja al futuro o al pasado pero uno es solo espectador, no puede actuar (no está ahí para eso). La madre muerta que ayuda: esa es la verdadera ‘hada madrina’. Hasta el hada azul de Pinocho está en realidad muerta. Como la luna, viene y va de la vida a la muerte: tan pronto creciente como menguante.

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