domingo, 25 de diciembre de 2005

Here Comes The Sun



Un día doblemente solar, por domingo (solis dies, sunday) y dies solis invicti nati, la vieja fiesta romana del solsticio de invierno, sobre la que los cristianos acabaron (desdiciéndose de su inicial desprecio por tales costumbres) superponiendo el cumpleaños de Cristo. Fin y principio (principio del fin), se trata de tocar fondo (como tanta depresión navideña viene a corroborar), pero (lo que es lo mismo) también de dar un fin a la caída. Que así sea.

Siega el sol en el ocaso
la verdad de su fulgor,
y es entonces su dolor
quien de veras resplandece.
En el mundo, nada crece
sin andar a su final.
Es de hiel este panal.
Su sabor nos fortalece.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, se trata de tocar fondo. La oscuridad de los días, la debilidad de los rayos, la bruma al amanecer, la tarde anticipada...

Es lo bueno que tiene tocar fondo: mañana los días comenzarán a crecer.

Feliz Navidad.

Al59 dijo...

Pos sí. Feliz Sol Naciente.

Joselu dijo...

Es curioso comunicarse en estos días tan marcados y tan copiosos. Hoy nos hemos encargado de la comida para dieciocho personas. En un rinconcito hemos hablado uno de los invitados y yo. Él decía que no había "más allá", que todo era una invención, que te mueres y te queman y más vale que no te despiertes cuando te están incinerando. Lo único que sacas es el vino que te has bebido y el placer que has sacado de esta vida. Yo me tomaba más en serio esta conversación que él. Yo soy el "pensador" de la familia. No hay nada que pensar. Sólo estar y pasárselo lo mejor posible. Pues no sé, detrás del solsticio de invierno hay una tradición cristiana y pagana. ¿Somos tan sabios como para que cualquier adolescente ignorante niegue, sin saber nada, todo lo que hay detrás, todo el pasado de mitos y realidades? Me mantengo expectante, lejos del cinismo y del nihilismo. Hoy hemos comido moussaka y vino de Rioja, pero no creo que todo acabe ahí. Sólo es una impresión. Feliz Navidad.

Al59 dijo...

Ya no me queda a un tiro de piedra, pero diría que la adolescencia, derribadora de mitos, es al mismo tiempo mitómana hasta la médula. Curiosa esa idea de "lo que se saca" de la vida, como si uno se llevara a última hora un cofrecillo con lo más preciado para degustarlo eternamente en algún lugar. Es lindo (y mitológico) pensarlo.