Que haya tan pocas versiones satisfactorias de los Beatles sugiere que se trata de un arte extremadamente difícil. Cuando uno descarta las copias supérfluas (más o menos fieles), las perversiones gimnásticas, las parodias (voluntarias o no) y los ejercicios de traducción (semiautomática) a otros idiomas musicales, corre el riesgo de quedarse con las manos viudas. Entonces, sin darse importancia, llega este tipo, se sienta y empieza a tocar el ukelele.
lunes, 29 de enero de 2007
Lágrimas rojas
Que haya tan pocas versiones satisfactorias de los Beatles sugiere que se trata de un arte extremadamente difícil. Cuando uno descarta las copias supérfluas (más o menos fieles), las perversiones gimnásticas, las parodias (voluntarias o no) y los ejercicios de traducción (semiautomática) a otros idiomas musicales, corre el riesgo de quedarse con las manos viudas. Entonces, sin darse importancia, llega este tipo, se sienta y empieza a tocar el ukelele.
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4 comentarios:
En fin, que la música es un arma, Alejo, y ese tío es un guerrero. "Mientras mi guitarra sangra delicadamente".Y más que llorar, aquí, el ukelele destila gotas rojas.
Gracias por eso. A estas horas de la noche, es un regalo.
Un abrazo, Alejo.
Un abrazo para ti. Me has convencido —tanto, que he cambiado el título del mensaje.
Sin que las otras desmerezcan, me quedo con la original.
Es verdad que no suena a los Beatles. No creo que tampoco lo pretenda. Pero suena, no sé a qué... Suena de modo conmovedor. Y, claro está, el intérprete gesticula como un poseso por la Música. Es normal. Me gusta.
Grifo
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