miércoles, 20 de diciembre de 2006

El Golem


(Meyrink; Trachtenberg; Scholem)

Si (como el griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de rosa está la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo.

Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado
(dicen los cabalistas) lo ha borrado
y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y complejas variaciones
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
párpados y vio formas y colores
que no entendió, perdidos en rumores,
y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, , Aquellos, Otros.

El cabalista que ofició de numen
a la vasta criatura apodó Golem.
(Estas verdades las refiere Scholem
en un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo
(Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga)
y logró, al cabo de años, que el perverso
barriera, bien o mal, la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
o en la articulación del Sacro Nombre;
a pesar de tan alta hechicería,
no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

Sus ojos, menos de hombre que de perro
y harto menos de perro que de cosa,
seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
ya que a su paso el gato del rabino
se escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
las devociones de su Dios copiaba
o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
en cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)
pude engendrar este penoso hijo
y la inacción dejé, que es la cordura?

¿Por qué di en agregar a la infinita
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
madeja que en lo eterno se devana,
di otra causa, otro efecto y otra cuita?

En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?

(Jorge Luis Borges)




8 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífica serie de lecturas que nos está regalando, Al.

(Y de Borges en concreto, decir más o menos lo que decía él de Gardel: cuanto más tiempo pasa mejor es.)

Un saludo.

j. dijo...

(vaya... ya me lié con el nombre de usuario + contraseña. Ejem...)

Anónimo dijo...

Es difícil acometer este tipo de empresa, escribir una poesía 'no pura', poesía temática y esclava de un discurso conceptual, y quedar como queda Borges. Hay que ser Borges. Es capaz de hilar conceptos en un poema sin salirse de la poesía más verdadera:

*Si (como el griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de rosa está la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo.*

Tanto en verso como en prosa, cede a un atildamiento lleno de dignidad y estilo -y de oficio-:

*(Estas verdades las refiere Scholem
en un docto lugar de su volumen.)*

Lo de 'docto lugar' es un acierto que traduce al poema algo tan vulgar y profano como son las citas.
O esto:

*Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
ya que a su paso el gato del rabino
se escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a través del tiempo, lo adivino.)*

deliciosa interpolación, en la que el autor se mete en el cuadro y se cita. Y lo hace con derecho (de manera muy pensada) ya que la referencia del gato no figuraría en el original.
Asombra encontrar en él alguna incorrección (¿cómo es posible?), como la de las rimas de esta estrofa, cuyos versos riman entre sí en asonante (además de los que lo hacen en consonante).

*la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.*

Nos recordaría que él también era un ser humano. O que su secretaria era una despistada. Tal vez.
Saludos.

Grifo

Juan Poz dijo...

¡Qué recuerdo, el de las imagenes de Der Golem, de Paul Wegener, una de las primeras películas "de culto" que vi cuando me saqué el carnet de cineclubista, allá por el año 1968 -¡tengo el número 482!- y descubrí tantísimas joyas del cine!
En la lectura de Borges hay algún fallo, cuando no respeta la pausa a final de verso y, en vez de leer, poéticamente, lee prosaicamente; pero sucede pocas veces.
Con todo, qué emoción intelectual, la de oír al maestro de la concisión y de la precisión, un poeta de primerísimo orden, adonde no llegó Paz, por ejemplo, con ser quien es.

Juan Poz dijo...

NO hay genes que imaginen nada, claro está, sino imágenes a cuya sílaba maternal no le añadió mi dedo filial la carga necesaria...

Al59 dijo...

Jo, Juan Poz, ando tan espeso (bajo mínimos, en verdad) que me ha tomado dos días cazar su chiste. Sobre los encabalgamientos, la verdad es que Borges se permite los dos extremos: leer de seguido, como le reprocha usted, sin hacer pausa de verso, y hacerla exagerada, rompiendo la música de la sintaxis (a la infinita / serie). Por una vez, diría con el maestro que in medio virtus: prefiero una pausa breve que no extinga del todo la cadencia gramatical (como la que Borges hace en una vaga / sombra).

Al59 dijo...

Una rima interna que se me había pasado: jardín y fin. La consonancia perfecta y la posición en el verso sugieren que es buscada, o al menos hallada y mantenida con placer.

Al59 dijo...

Javi: el gusto es mío, claro; y lo maravilloso que sería poder seguir con García Lorca. Es un crimen que no haya quedado grabación (al menos, yo no la conozco) del que según todos los testimonios fue un recitador increíble, bardo anterior a la invención de la imprenta, capaz de seducir hasta a maldicentes de la musiquilla, como Cernuda. Tampoco hay nada, hasta donde yo sé, de Darío, los Machado o Valle. Sí de Juan Ramón (aunque perdí lo que tenía y no he logrado reponerlo). En fin. Seguiremos buscando y esperando algún milagro.