jueves, 24 de mayo de 2007

Amor maestro


Songfacts

1. Por la razón que sea, ésta es la canción de Ciento Volando que más rula por EMule —y siempre es así, todos los días. Las demás suben y bajan, pero ésta se mantiene siempre en cabeza, sin dar explicaciones.
2. El sábado pasado, día de concierto, hablamos de ella, entre otras que nos gustaría recuperar. A Luli le recuerda a Antonio Vega; a mí, a Los Secretos. Uno y otros son maestros de las melodías tristes en tono mayor y tempo moderado —una suerte de contradiós, donde no es fácil decidir qué elemento aporta la tristeza, musicalmente hablando. Pero ahí está, como el hada mala junto a la cuna de la Bella Durmiente.
3. La letra es un soneto de Agustín García Calvo, de su homenaje al bosque de Zamora y a su primer amor, Valorio 42 veces. Si no el mejor poema de la colección, uno de los mejores.
4. Musicalmente, la canción es en realidad varias canciones, dispuestas de forma un tanto peculiar. Está la introducción, inventada el mismo día que la grabamos, o casi. Después una melodía alegre de la flauta, que fue alguna vez canción independiente pero quedó sin letra. Sigue un punteo, que ya va entrando en materia melancólica, y por último el soneto.
5. Me decía el insobornable Ricardo que la guitarra de esta canción, sobre todo la solista, suena a lata, y así es. A modo de atenuante, recuerdo o imagino las prisas con las que está grabado este tema, y tantos otros de Ciento Volando. En la misma tarde perdida, en un par de horas, Daniel y yo la arreglaríamos y soltaríamos ahí a toda prisa, sin tiempo para ecualizar nada. Sin embargo, hubo un instante afortunado para ese detalle del psalterio o simarra, en 0:55 y siguientes, que no es nada pero siempre me pellizca el corazón.

Cuando iba ya a quedarse en nuestras manos
mustio el amor, cansado de los días
que huyeron lentos como tú querías,
hechos costumbre al fin los besos vanos,

al mirarme tus ojos cotidianos
en el adiós, de pronto no sé, amada,
cómo te tengo a mí tan abrazada
que tu pulso y mi pulso van hermanos

y por fin, masa viva ante mis ojos,
mis sentidos enciende tu cintura;
están tus labios más que nunca rojos
y el beso nos abrasa y dura y dura.

¡Oh amor maduro al fin, oh amor maestro,
que es desear tener lo que ya es nuestro!




3 comentarios:

Juan Poz dijo...

Alejandro, yo escucho "al mirarme 'en' tus ojos cotidianos",una lectura que parece contradecir la del propio poema, tal como lo has transcrito. ¿Es un exceso vocal o una carencia textual?
La canción tiene un quiebro ascendente muy al estilo de Vega, pero a mí me suena algo monótona y gris, como si no hubiera captado la tensión amorosa del texto, que es magistral. Los dos últimos versos son un cierre casi categorial... Y cuando se tiene cierta edad y una devoción (en su sentido latino de encantamiento) y fidelidad amorosas que pasan de los 30 años, esos dos versos son un autorretrato impagable. Gracias por dármelo a conocer

Al59 dijo...

Exceso y carencia (de memoria). Es Al mirarme tus ojos.... Lo otro sería muy literato —algo que AGC querría, seguramente, evitar. Magistral poema, sin duda. Todo el libro es muy recomendable (para mí, el más de los suyos).

Al59 dijo...

Sobre la canción, sólo una defensa testimonial: quizá entonada por el propio Vega cobraría el mordiente necesario :-).