miércoles, 2 de enero de 2008

Ana en ámbar


Porque el alma no tiene fronteras, nadie está libre de fatigar sus caminos, al menos una noche al año. Como todos los que bien acaban, éste hubo fiesta mágica, y antes concurso. Heredé de un buen amigo la costumbre de concursar dos veces, añadiendo a la competencia externa la propia. Creo que Si tú me dices ven era la apuesta mejor; pero ésta también tenía su punto.

Ana en ámbar

Pero sí, pero cómo, pero cuándo.
En ruinas, al borde de la tarde,
soy vértigo y me asomo a tus zarpazos.
Me agarro en la caída a tus heridas
y escalo sin rencores mi fracaso.
Pero no, pero dónde, pero a veces
mis dedos ajustados a tus dudas,
mis pasos a la sombra de tus pasos.
Perdido, me he encontrado una sonrisa.
Con ella vengo a verte de la mano,
con un niño sediento de deberes,
un mar que saca a flote sus mil barcos
hundidos hace tanto para siempre,
porque sí, sin remedio,
por si acaso.





2 comentarios:

Anónimo dijo...

...quien lo probó lo sabe."

:)) :(( ;))
V.

Al59 dijo...

Y tanto que sí. Un saludo cronópico.