miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ángel Caído


Por imperativo docente, sigo entre ángeles y demonios, como un best seller cualquiera. Sin tiempo para nada, retengo esta definición del Diablo romántico: una figura prometeica, una suerte de dios pagano en un mundo que ya no reconoce esa posibilidad pero siente, más que nunca, su urgencia. El proceso comienza, tal vez, en el Paraíso Perdido de Milton, de quien William Blake ya dijo que, sin saberlo, estaba del lado del Diablo: tan atractiva es la figura que pinta de Luzbel como Rebelde que rechaza el servilismo y arrostra el castigo del poder con entereza («Es mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo»). La estela sigue en el satanismo de Lord Byron o del Estudiante de Salamanca de Espronceda, glorificaciones todas del non serviam satánico [«no serviré (a Dios)»] —consigna antiautoritaria por excelencia a la que sólo cabe poner un pero: si se trata de no servir a Dios para servirse uno mismo, bien poco ha cambiado el cuento.




3 comentarios:

Rafael Herrera dijo...

Vaya Alex, ¿qué diablos te traes entre manos? Esa definición romántica no deja de recordar a Pan, en la estela de Rhode, Roscher y, ay seguidores de Jung, Hillman, quien nos recuerda, sí, cuán necesario nos es el dios caprino en nuestros días.
El dibolismo de Milton lo ensalza también, si mal no recuerdo, de Quincey en sus"nugae" sobre el asesinato.
Sobre la últims cuestión, digo yo qu basta con no servir, sin objeto, ¿no?.

Al59 dijo...

Eso es: 'no serviré'. En un poema de José Agustín Goytisolo, hasta le da vueltas con maña a la otra (o no tan otra) acepción: ni a nadie ni para nada.

Cuando yo era pequeño
estaba siempre triste
y mi padre decía
mirándome y moviendo
la cabeza: hijo mío,
no sirves para nada.

Después me fui a la escuela
con pan y con adioses,
pero me acompañaba
la tristeza. El maestro
graznó: pequeño niño,
no sirves para nada.

Vino, luego, la guerra,
la muerte —yo la vi—
y cuando hubo pasado
y todos la olvidaron,
yo, triste, seguí oyendo:
no sirves para nada.

Y cuando me pusieron
los pantalones largos,
la tristeza en seguida
mudó de pantalones.
Mis amigos dijeron:
no sirves para nada.

En la calle, en las aulas,
odiando y aprendiendo
la injusticia y sus leyes,
me perseguía siempre
la triste cantinela:
no sirves para nada.

De tristeza en tristeza
caí por los peldaños
de la vida. Y un día
la muchacha que amo
me dijo, y era alegre:
no sirves para nada.

Ahora vivo con ella,
voy limpio y bien peinado.
Tenemos una niña
a la que, a veces, digo
—también con alegría—:
no sirves para nada.

(Aquí, por el maestro Ibáñez: http://www.youtube.com/watch?v=w3rb3XFBWWY Acá, por el poeta: http://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=2247&p=Jos%C3%A9%20Agust%C3%ADn%20Goytisolo&t=No%20sirves%20para%20nada )

Anónimo dijo...

Me identifico totalmente: soy mujer de dualidades, y de dualidades arquetípicas. Y el Mundo nos tironea mucho, muchísimo.
Dicen que Lucifer soportó la Caída y el Infierno gracias al recuerdo del eco de la voz de Dios que le decía: "¡Lárgate!"...
(es una mala paráfrasis, y todo tiene rimbombantes mayúsculas, pero estas cosas son así).
Muy lindo el blog, ya soy seguidora.
Saludos
SJ