Fin de año. Balance rápido: no hay mal que por bien no venga.
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Las palabras de Zapatero sobre la Tierra y su dueño han tenido, al menos, un efecto positivo: me han servido para repasar, con el debido asombro, la presencia del viento en mi vida. Uno de mis recuerdos infantiles es andar por la calle, de vuelta a mi portal, con Begoña (aquella vecina morena, ya adolescente, que me iba a esperar para que fuéramos novios). Iríamos muchos, claro, pero yo sólo la recuerdo a ella. 'Qué peinadito vas', me dijo. 'Es el viento', contesté, quizá por que se riera, como lo hizo. 'El viento no peina, tonto. Sólo despeina'. 'A mí sí'. Y en esa cabezonería rampante sigo pasados los años, con esas complicaciones que adquiere todo lo que persiste y se ramifica.
Repaso versos sueltos y me sorprendo: 'Sigo esperando que el viento me lave la voz', comienza una canción inconclusa, quizá de la misma época que el estribillo de aquella otra: 'Y el viento, siempre atento, repasaba su labor: / florecillas del averno, fotos a todo color / de mis sueños'. El viento, también, como maestro de cifra: 'Envuelto como el viento en un buñuelo'. El que más me gusta, en fin, iniciaba o concluía un poema del que sólo se ha salvado él: 'Trayectoria ejemplar: / un papel que lleva el viento'.
Tampoco son todo poéticas y epitafios. De cuando aquel paseo con Begoña viene también el recuerdo de Don Viento, aquella canción de Barrio Sésamo. Valga, en el original, como extraño villancico. Feliz Nochevieja a todos.
13 comentarios:
Estamos tan habituados a las canalladas del canalla Bremaneur que ya las damos por normales y por sabidas. No es una crítica la reseña que hace de su libro sino una vomitona que, además cree graciosa.
El ayudante no sólo se ve como persona ocurrente sino que anda crecido desde que Eureka Espada lo ha convertido en espadista. Tal para cual. Si Espada gusta de la prosa excrementicia y borrachuna, pasada de ajo y pimentón, del Bremaneur tampoco él anda muy lejos del regüeldo. Caray, queriendo ser un hombre tan fino, en lo que está dando.
De todos modos lea usted el boxmail donde Eureka llama imbécil veladamente a Sergio y se reirá un rato.
No sé, amigo Al, tengo la impresión de que va a haber que pararle a los pies al mequetrefe de una vez por todas. Tiene que aprender una lección que es dura: que cuando uno reparte también debe saber recibir. Le hará mucho bien y aún es tiempo.
Vuelvo de la nieve, pero no se me ha helado el corazón. Lo mejor para ti y los tuyos -a pesar del¡pero no mía! del maestro- para el próximo año. Un abrazo.
Querido Crítico: en el balance, la malquerencia pesa menos que el cariño y aprecio. Me siento afortunado. Un gran abrazo.
Amigo Poz: 'Vuelve de la nieve bufando alegre / nuestro arroyo al bosque y Valorio tiembla'. Es tiempo de partidas y regresos. Un gran abrazo.
Por cosas de la ucronía el día que colgabas este post yo me metí en El Corte Inglés y me puse no dos gotas sino dos chorros de Chanel 5, in memorian de Marilyn Monroe, que leía mucho a Rilke como yo a veces. Qué buena gente, El Corte Inglés, poniendo esas botellas ahí en la puerta a nuestra disposición, como en el palacio de un sultán que no repara en gastos.
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Yo no sé como El C.C. si es tiempo aún para pararle los pies al espadachín, pero que hay que parárselos sí que lo sé.
Hola, amigos. Fui alumno de la Estivill. Gran profesora. Respecto a la crítica, no es tal sino lo que mi amigo Cecé llamaría una broma o una parodia. Y la publiqué en mi blog porque no me dejaron hacerlo donde habitualmente escribo ese tipo de azagayas literarias. Feliz año a todos, hermosos.
Por cierto, mi blog es el de un amigo de los libros viejos y no el de un bibliotecario. El de un necesitado de historias, como dice Stevenson:
"Cuando sufro en mi alma, las historias son mi refugio; las tomo como si fuera opio; y considero a quien las escribe como una especie de médico del alma. Y, francamente, no es a Shakespeare a quien recurrimos cuando estamos en una mala racha.. Es a Charles Read o a Dumas padre o a lo mejor de Walter Scott; queremos incidentes, interés, acción: al diablo con vuestra filosofía".
Prefería, la verdad, cuando el amigo Bremaneur nos traía por aquí un cuento poco conocido de Ferlosio, o quería hacerse amiguito mío en Facebook. Por qué pasó de eso a lo que ahora, recogiendo velas, llama broma merecería una explicación; pero no seré yo quien me moleste en darla.
La explicación es sencilla y tiene un nombre: ironía. Pregúntale a nuestro común amigo Cecé, que tildó de "bromas" cosas mucho peores que esto mío. A eso iba.
La palabra es resentimiento. Pero tú mismo. No parece probable que engañes a nadie, pero comprendo que lo intentes. Llevas muchos años practicando con intensidad pareja la calumnia y la adulación, esparciendo basura y tratando de borrar rastros. Si por ti fuera, seguirías haciéndolo como empezaste: desde el anonimato más cobarde (del que te sacó una de tus víctimas, harta). Ahora, al menos, todos sabemos quién hay detrás de los insultos. No es poco.
Soy un resentido, amor, pero no fue el resentimiento lo que me llevó a publicar eso en la BF. Llámalo moralismo, si quieres (y metería otra vez a Stevenson y su Sermón de Navidad, pero pa' qué).
Del resto... the new life starts here, o algo así decían los Waterboys.
Ah, claro. No hay resentimiento que no se sienta cargado de razón. Nuestros nacionalistas periféricos llevan años dándonos buen ejemplo de ello. Se trata de vengar agravios; no por imaginarios menos rentables como coartadas. También en eso nuestro amigo troll es tan original como convincente.
Por lo demás, Marta, el tiempo siempre se ocupa de estos tipos. El tiempo y ellos mismos. Sin piedad y sin prisa.
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