El valor de la amistad
(En un salón de su rancho en Crawford, Texas, el presidente norteamericano George Bush conversa con Jose María Aznar, el presidente español. Falta poco para la invasión de Irak. Ambos están sentados ante una mesa de madera sobre cuya tabla apoyan los pies. La posición obliga al presidente español a mantenerse con el estómago hundido. Aznar habla siempre con la voz melosa, como velada por la emoción, y a punto de echarse a llorar. Luce un bigote bien poblado y nunca abre la boca. Bush responde con indiferencia. Luce una cara lampiña y gesticula con leves indicios de crispación epidérmica).
AZNAR -Nosotros somos la única fuerza capaz de responder. Representamos lo más evolucionado de la cultura humana. Y no vamos a ceder ante las presiones de unos miserables.
(Bush asiente levemente a todo mientras contempla algún punto lejano. Aznar continúa).
AZNAR -...Por eso te digo, George, que cuando te sientas solo en tu lucha, en esos momentos difíciles... (y la voz de Aznar se reblandece hasta casi doblarse), que sepas que no estás solo. Y sentirás que el bigotes está detrás de ti animándote... (Bush no contesta. En el silencio, la voz de Aznar se reduce a un hilo): ¿Qué deporte te gusta...? (Bush sigue sin contestar. Y Aznar, casi ahogado por la emoción): A mí me gusta el padel...
(Bush se mueve levemente. Parece que se dispone a decir algo. Aznar lo escucha).
BUSH -Terroristas... (y quisiera esbozar algún gesto de precaución) están todas partes..., aquí, allí... (y mira fugazmente los extremos del salón como si buscase cámaras ocultas).
AZNAR -Ya lo sé, George.
BUSH -Pero yo..., yo también en todas partes. ¿Ellos todas partes...? Pues yo también todas partes. Antes que ellos, yo en todas partes (habla, sin duda habla, en algún tipo de lenguaje, tal vez en un dialecto familiar, limitado a la intimidad de su rancho. Y Aznar le secunda en todo como el encargado de traducirlo a la jerga racional humana).
AZNAR -Ya lo sé, George... Pero nadie te va a negar ahora la razón desde el 11-S.
BUSH -Sí..., ya..., ya... Pero izquierda dice ahora por ahí: —Tú, 11-S. Bush, 11-S.
AZNAR -Pero eso ya lo sabíamos, George. ¿A quién le extraña a estas alturas...? Tenemos, como digo yo, dos enemigos: El terrorismo islámico en el exterior; y la izquierda, dentro de casa.
BUSH -(Adelgazando el tono de voz) Izquierda peor que terrorismo. Pero...
AZNAR -Ya lo sé, George, ya lo sé... Pero la Historia te absolverá, no lo dudes nunca.
BUSH -Sí..., sí..., Historia..., Historia...
AZNAR -No lo dudes nunca, George: La Historia te comprenderá. Es una lucha difícil. (Endulzando, más si cabe, el tono). Por eso te digo, George, que cuando te sientas solo, en esos momentos duros de la lucha..., que sepas que el bigotes siempre estará detrás de ti, apoyándote (Ahogado por la emoción): ¿Qué deporte te gusta...? (Bush no contesta. Aznar sigue hablando, con la voz quebrada por las lágrimas) A mí me gusta el padel... ¿Y a ti...?
BUSH -¿Mí...? Mi gustan caballos (Quisiera trazar algún indicio de sonrisa).
AZNAR -(Afectuoso) Ya lo sé, George. Hasta te propusiste ordeñar uno.
BUSH -(Levemente molesto) ¿Yo ordeñar caballo...? Mi mujer dice: —George ordeñar caballo, ja, ja, ja. George no saber de rancho. Pero izquierda dice: —Ja, ja, ja... Bush gay, Bush ordeña caballo... Pero yo no gay. Yo no.
AZNAR -Ya lo sé, George, ya lo sé. Sólo fuiste alcohólico. Pero no les hagas caso. Son ellos, los gays, quienes lo cunden por ahí. El lobby gay.
BUSH -¿Lobby gay...? ¡Toda izquierda gay!
AZNAR -Ya lo sé, George, ya lo sé... Y nuestra democracia no puede con ellos.
BUSH -¿Democracia...? Aquí, Estados Unidos, democracia es nosotros. Nosotros, nuestra democracia (y parece intentar con la mano derecha un gesto breve que dibuje el contorno de la democracia).
AZNAR -Ya lo sé, George... Y, en Europa, la democracia es la izquierda. Estamos bien atados... Necesitamos grandes golpes que cambien la orientación de nuestra política. Representamos lo más evolucionado de la sociedad humana. Y, unidos, podremos alcanzar nuestro objetivo contra el Mal.
BUSH -¿Mal...? Todo mal, todo mal en todas partes...
AZNAR -Ya lo sé, George... (Con la voz derretida por la dulzura): Por eso te digo, George, que cuando te sientas solo en esta lucha, cuando te veas agotado en los momentos más difíciles, que sepas que el bigotes siempre estará detrás de ti apoyándote... (En un suspiro): ¿Qué deporte te gusta más...? (Bush mira hacia el techo, sin contestar. Aznar exhala): A mí me gusta el padel... (Se diría que Bush intenta hablar).
BUSH -Buen chico, Hose Mería A...?
AZNAR -...Aznar.
BUSH -Hese Mería Ansar, buen chico... (Aquí, Aznar abre la boca para sonreír por vez primera y adelanta una dentadura equina que sobresalta al propio Bush. En este punto, muchos lectores cierran el libro y se alejan prudentemente. Y se perderán el final. Pero no importa. Bush sigue) ...Tú, buen chico... Pero tú no tanto detrás de mí... Tú, mejor sin bigote...
(Y Aznar se queda sonriendo, congelado, y poniendo en aprietos a su dentista. Y lo decide al momento: piensa recortarse un poco el bigote. Pero, en compensación, se va a dejar crecer una suave melena flotante para enardecer en la lucha contra el terrorismo ante los medios de comunicación. Ya está).
Antonio Hernández Marín, 27-9-07
4 comentarios:
Nuestras relaciones con el amigo americano son siempre de diván y psicoanálisis. Izquierda y derecha sucumben al encanto de los presidentes norteamericanos. Es difícil vivir sin ellos y contra ellos. La intervención de Zapatero en el Desayuno Nacional de la Oración y la foto de compromiso con Obama también sería de compleja de analizar y recrear. En todo caso, opino que Aznar estaba más presentable con bigote y sin la melena que luce ahora.
No se por qué... pero me recuerda un poco a la relación que mantiene Sadam Husein con el Diablo en South Park (si le quitamos el sexo implicito claro).
Gran fabulista Antonio. Esta no la recuerdo pero puede que me la contara en su día.
Dos preclaros ejemplos de la nesciencia occidental aupada al cogollo del poder por sus respectivos pueblos en una manifestación inequívoca de lo que ocurre cuando líderes y pueblos, como exige la democracia, se parecen los unos a los otros como dos gotas de agua, con y sin bigote.
Lo mejor que puede decirse del texto es que tiene el mérito de la transcripción fidedigna. Ahí no hay ni un milimol de ficción.
MORALeja dixit.
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