Nunca pensé que haría una pieza al estilo Canterbury, pero aquí estamos, como si supiéramos. Es sólo una miniatura, pero valga como homenaje a Hatfield & The North y demás gigantes. El acompañamiento va por poliacordes: acordes mayores comunes con un bajo inesperado. El efecto es que, sin dejar de oír las familiares tríadas, el oído las reinterpreta como fragmentos de acordes más complejos. En realidad ésa podría ser la idea de toda esta serie (y del último libro que cerré): una sucesión de retales caleidoscópicos.
domingo, 7 de febrero de 2010
Viva Canterbury
Nunca pensé que haría una pieza al estilo Canterbury, pero aquí estamos, como si supiéramos. Es sólo una miniatura, pero valga como homenaje a Hatfield & The North y demás gigantes. El acompañamiento va por poliacordes: acordes mayores comunes con un bajo inesperado. El efecto es que, sin dejar de oír las familiares tríadas, el oído las reinterpreta como fragmentos de acordes más complejos. En realidad ésa podría ser la idea de toda esta serie (y del último libro que cerré): una sucesión de retales caleidoscópicos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario