Las primeras piezas de música clásica que recuerdo haber elegido, de las que mi padre iba poniendo a mi alcance, eran todas valses: el Valse triste de Sibelius, las Gymnopedies de Satie, los valses de Chopin... He perdido ya la cuenta de cuántos valses habré ido componiendo desde que empecé, hace un año y pico, a desentrañar la escritura musical. Éste es de los más serenos: tiene ecos, o yo los imagino, de algunas piezas de los 80 (Enola Gay, Bizarre Love Triangle) y de una de las canciones de Dani que más me gustan (Cuaderno de dibujo). Temo que sea un poco aguda para los gustos del caballero Gharlhahath; pero, por su amistad inquebrantable, se la dedico igualmente.
Estos días le ha ido creciendo una letra. Completa, dice así:
No mirar atrás
por si quisieras quedarte,
desaparecer:
del carbón al diamante,
todo es encontrar
formas para despejarte.
Sin dudar,
se van
las tardes:
soplos cobardes
que me llevarán
a buscarte.
No pensar en más
que en abrasar este instante,
revolucionar:
del latín al romance,
todo es encontrar
formas para derramarte.
Sin dudar
se van
las tardes:
rastros probables
que me llevarán
a tu calle.
por si quisieras quedarte,
desaparecer:
del carbón al diamante,
todo es encontrar
formas para despejarte.
Sin dudar,
se van
las tardes:
soplos cobardes
que me llevarán
a buscarte.
No pensar en más
que en abrasar este instante,
revolucionar:
del latín al romance,
todo es encontrar
formas para derramarte.
Sin dudar
se van
las tardes:
rastros probables
que me llevarán
a tu calle.
3 comentarios:
Pues no se, para esta melodía suena bien así de agudo.
Gracias.
Para mí sí tiene ecos, algunos de agua corriendo suavemente entre piedras..
Suerte tiene al que se lo has dedicado.
Gracias, Bianca. Cuanto más la escucho, más triste se me hace. Una tristeza en tono mayor, sin dramatismos.
Publicar un comentario