Surrealismo —ya nuestro.
O cuando el mar acaba dibujándome
sobre la tarde llena de muñecas
abriéndose los labios: profecías
que no se cumplirán.
Cuento las noches
desde que el fuego aisló mis componentes
alzando su valor de mantequilla
sobre la tierra abierta a la sospecha.
No, jamás
mis dedos dejarán de ser sismógrafo
en donde tu rigor se pone en duda,
mi dulce escolopendra submarina.
sobre la tarde llena de muñecas
abriéndose los labios: profecías
que no se cumplirán.
Cuento las noches
desde que el fuego aisló mis componentes
alzando su valor de mantequilla
sobre la tierra abierta a la sospecha.
No, jamás
mis dedos dejarán de ser sismógrafo
en donde tu rigor se pone en duda,
mi dulce escolopendra submarina.
3 comentarios:
"...
mis dedos dejarán de ser sismógrafo
en donde tu rigor se pone en duda
..."
Sugerente símil, Al, (déjeme que lo utilice en alguna ocasión). Y riguroso: la sensibilidad de un aparato de medida es una de sus características mas preciadas.
A mí me gustan las escolopendras. Del mismo modo que amo a los ratones colorados. Y ese mar sugerente me lleva a mi patria, esa de la calle en que vd. vive.
Un mar bien afilado, en ese caso. Predispuesto a cortar queso con la mejor de sus caricias.
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