martes, 1 de abril de 2008

Eternidades


La eterna vigilia da mucho de sí. Historias, por ejemplo. En la mitología griega se cuenta que Lamia, una princesa africana, tuvo amores con Zeus. La insufrible Hera hizo que perdiera a todos sus hijos y que viviera desde entonces insomne, penando por ellos. En El Señor de los Anillos, de Tolkien, el malvado Sauron es «el ojo sin párpado», que nunca cesa de observar el mundo, tramando su ruina. En Funes el memorioso, de Borges, «una larga metáfora del insomnio», el protagonista, tras un accidente que lo deja tullido, vive recluido en la oscuridad, incapaz de olvidar lo que percibe o piensa.

En una ocasión, al final de una fiesta, viví de forma inolvidable esta idea fija, desplazada en mortal tan efímero. Todos se habían ido a dormir, pero yo era incapaz no ya de conciliar, sino de concebir el sueño. En la tenebrosa lucidez del momento, me identificaba con el Judío Errante o algún otro inmortal desdichado (todos máscaras mías). Cualquiera de los objetos de la cocina me parecía un artefacto milenario, prehistórico —como si hubiera levantado un velo, más allá de las formas novedosas intuía la vejez inhumana, abominable, de las materias. El cuerpo, que poco antes volaba como una cometa, me parecía ahora un grumo de pasta o de plomo.

Una aspirina (divino placebo) me sacó de aquella locura, pero el recuerdo exigía un ex-voto. Va por ustedes.


THE DARK SIDE OF THE MOON

And all that is now
but the sun is eclipsed by the moon

Apenas hago pie. La certidumbre,
feliz ave de presa, me abandona:
calado hasta la mínima neurona,
el péndulo que sube hasta la cumbre

me lleva ya de vuelta hasta la lumbre
donde la luz astral se desmorona.
Un ángel me retira la corona.
De pronto siento sed, y la costumbre

del mundo me parece deseable.
Anhelo reposar en lo mundano,
salir sin un traspiés del Otro Lado

...y empieza la vigilia interminable,
la carne basta y sólida, lo humano:
la noche sin ensueño del soldado.

(Devocionario pop)


10 comentarios:

Juan Poz dijo...

Alejandro, te recomiendo , si la aceptas, "Travesía nocturna -episodios clínicos-" de Clément Rosset, en la editorial elipsis. Es un autor de los que, para mí, llamo "de la paradoja", sobre todo por "Lo real y su doble", que me fascinó.
En cuanto a la "duermevela", ¡qué cantidad de monstruos y disparates, dignos de Goya, no se engendran entonces!
La hiperestesia te transforma. La receptividad y la imaginación se alían y tienes la impresión de haber iniciado un viaje psicodélico.
Nota extravagante: en una noche de insomnio desesperado conseguí una masturbación sin ayuda manual, por puro ritmo pélvico-pénico...

Al59 dijo...

Encargaré los dos. (Ahora he recuperado un poco el tiempo para leer.) La duermevela, lo mismo que la siesta, es un intervalo mágico, como de cuarta suspendida, un pasaporte cotidiano al trasmundo. Hay libros, como las Canciones de Lorca, que parecen escritos desde y para allí. También músicas: Preludio a la siesta de un fauno. Si hay íncubos y súcubos, nos visitan entonces. (Y son bienvenidos.)

Anne Hèlene Doicaubie dijo...

Por fin me dedico a escribir. No lo hacía. Pero, te he seguido la pista. Sobre todo por las entradas sobre ¿Agustín García Calvo? Quizá todo eso tenga una explicación (bueno, no, “eso” no, por aquello de los deícticos que nos señala el profesor), no quería escribir (más bien comentar) quizá, digo, por esa pasión por el sentido común… Hace tiempo, pedí libros de AGC por Internet, y me estafaron. Tenía entonces el interés de leer el poema que le envió Iris Murdoch a Agustín, aquél que éste incluyó en libro Uno o dos en 23 sitios y más. Así que me gustaría que –si es probable- colocara una entrada con ese poema. Iris, me interesó, después de leer la dedicatoria que hace AGC en Razón común… saludos desde acá, en algún otro punto del mundo.

Aker dijo...

...*me lleva ya de vuelta hasta la lumbre
donde la luz astral se desmorona.*

Soneto que destila la inquietud de ese momento único en que no podemos estar ni aquí ni allí.
También me ha gustado la foto de hoy, ese gran ojo insomne. Grande en el sentido más real del término porque ocupa unos cuantos años-luz en el espacio. Si la vista no me engaña (¡pero este tipo de fotos puede resultar cualquier cosa!) se trata de una 'nebulosa planetaria', o sea: los restos de la explosión de una estrella, arrojados al espacio en forma de gas incandescente. Y, en el centro de la nébula, brilla aún el núcleo de la estrella ahora contraído. Es lo que semeja la pupila de un ojo cruento. Porque el espacio nunca duerme.
Saludos.

Aker

Aker dijo...

Si quieren Vds. contemplar la nébula planetaria más linda de las conocidas pásense por aquí:

http://antwrp.gsfc.nasa.gov/apod/image/0803/NGC6543HST_peris.jpg

Se trata de la nébula conocida como 'Ojo de gato'. Las planetarias suelen evocarnos la imagen del ojo. En esta, la intensa polarización de los gases consigue esa proyección radial, irisada, que nos evoca el ojo de nuestros felinos domésticos; y en cuyo centro, brilla aún el resto del núcleo estelar como una pequeñísima pupila que nos contempla.
Buenas noches.

Aker

Raúl Sánchez dijo...

Hola!
He creado un blog con mis poesías y voy anunciándolo en los blogs cuyos perfiles tienen características que comparte. Agradeceré cualquier visita y comentario.
Un abrazo
Raúl
www.plegariasdeldesprecio.blogspot.com

Al59 dijo...

Para la lista de cosas que no desearías ni a tu peor enemigo: configurar un router inalámbrico (inhalámbrico e inalhámbrico, escriben nuestros técnicos rupestres: recuerdos de la Alhambra —o del inhalador) con un parámetro que la compañía telefónica te ha dado intencionadamente mal.

Aker dijo...

Pues yo lo veo al revés, Al: estoy por deseárselo a mi peor enemigo. Lo malo es que no sé quién es.
Saludos, persones.

Aker

Unknown dijo...

Interesantes palabras y preciosa poesia.

Gracias por dejarnos tu concierto ideal. Ojalá pudiéramos disfrutar de todas las propuestas una detrás de otra, no? Yo no me canso nunca de ver y oir a Silvio.
Un saludo:

www.lacoctelera.com/silviorodriguezpuntog

M. Domínguez Senra dijo...

Anda, debe ser de ahí de donde etimológicamente procede aquello que oí una vez de la alambrada de Granada.