martes, 8 de julio de 2008

En los Días de en Medio


The Cure fueron la primera banda ochentera que amé locamente, sin reservas. Esta canción en concreto valdría para convertir el agua en vino. Trasmuta los materiales más comunes (dos acordes obvios: tónica-subdominante; cuatro, si contamos el puente) en un perpetuum mobile arrasador, que sólo puede compararse, con ventaja, con el final de Hey Jude o la Escuela de Calor radiofutura.

Robert Smith no tenía un pasado progresivo detrás, como The Korgis, pero se ha ocupado de dejar clara su devoción por John Lennon, Nick Drake, David Bowie, The Doors y Jimi Hendrix a través de oportunos homenajes y colaboraciones. Con esas credenciales, es imposible negarle la entrada.


3 comentarios:

Johannes A. von Horrach dijo...

Joder, impresionantes los Cure. Por cierto, ¿sabe cuándo van a sacar de una puñetera vez su nuevo disco, que lleva tiempo retrasándose?

http://es.youtube.com/watch?v=BlYdgm1QQgA&feature=related

Anónimo dijo...

Mire que lo suelo repetir: no des nada por supuesto. Y se me olvida. Tenía asumido que mis gustos musicales y los suyos...Estaba equivocado.

Eso sí, el rock y las sinfónicas los prefiero por separado.

Al59 dijo...

Todos esos conceptos son para repensarlos, y abandonarlos en su mayoría. Rock sinfónico, si es algo, son los arreglos de cuerda que introducían Phil Spector y George Martin (tipo Will you love me tomorrow? o I Am The Walrus). Ésa es la cumbre del género, y a los géneros hay que juzgarlos por sus cumbres, que son lo que perdura y los trasciende.