martes, 28 de octubre de 2008

Volver a sitios donde no he estado jamás


Me falta aire. Vivo como un burgués (en los días mejores, casi un hobbit), con la consiguiente desazón (como cantan los Siniestro, sólo los estúpidos / tienen la conciencia tranquila), y, a decir verdad, me siento a menudo como un pirata abandonado por su tripulación en una isla superpoblada en la que nadie juega a mi juego. Evocando a través de la música y los textos los 60/70, que no viví, siento una viva añoranza por aquellos tiempos en que magia, juego y barricadas venían a ser tres nombres de la misma diosa. ¡Quién se atrevería hoy a exorcizar, como Allen Ginsgberg, el Pentágono! La izquierda actual es políticamente correcta, puritana y hasta ñoña, y su idea de lo espiritual no pasa de un manual de buenos modales y comercio justo. Por otra parte, la búsqueda de la tradición perenne ha degenerado en un engañabobos (la Nueva Era) totalmente ombliguista: incluso los consumidores de enteógenos que he conocido parecían, en su mayoría, totalmente ajenos a la majestad de la experiencia que cortejaban (para ellos, un modo más de cebollón). Es verdad que nunca hemos tenido mejores ediciones de los clásicos de la subversión, pero todo queda en una partitura intransitiva, sin público ni intérprete. Se diría que las pocas mentes realmente inquietas viven en un revival del positivismo, con los consabidos extravíos del gusto. Si es así, de todo esto acabará rescatándonos un nuevo Rubén Darío —pero hay que ver lo que se hace esperar.

En los cromos de los 60 suele venir Woodstock, pero yo me quedo con Monterey. Country Joe & The Fish: (Not So Sweet) Martha Lorraine.



2 comentarios:

Joselu dijo...

Yo no viví los sesenta. Empecé a despertarme justo cuando se separaron los Beatles y los modos alternativos de vivir la vida y el mundo me llegaron de refilón. Pero me he sentido siempre heredero de aquella década prodigiosa aunque la actual grisura burocrática que nos aplasta asfixia casi totalmente las fuerzas de la imaginación. Todo está controlado. Eso quieren pensar. Y nos hacen creer que nuestras vidas serán mejores si somos observados por millones de cámaras de seguridad. Añoro aquella libertad creativa y la presencia de la ilusión en las vidas por construir un mundo mejor. Y las sesiones de cinefórum con películas de Bergmann o Glauber Rocha.

Juan Poz dijo...

Aquellos años fueron también, aquí en España al menos, años oscuros,de alienación religiosa, de ignorancia, de luchas por la preservación de la independencia frente al entorno hostil familiar e institucional, de represión sexual; años, en fin, de búsquedas entorpecidas, de escasez de información, de exceso de propaganda y falsos ideales; años, con todo, llenos de esperanzas, y en los que hubimos de forjar un yo que, a día de hoy, sigue estando presidido por la indeterminación, por la confusión.