sábado, 10 de enero de 2009

La copla que está en mi boca


Iba a dedicar esta entrada a Christina Rosenvinge (tiempo habrá), pero un recuerdo infantil se ha cruzado en mi camino. La lista de los primeros discos que recuerdo haber visto por casa incluye los recopilatorios rojo y azul de los Beatles, Lord of the Ages (de Magna Carta) y uno de los discos de Jarcha, que traía este estribillo indeleble:

La copla que está en mi boca
a punto de ser del viento,
¡qué lejos de aquella copla
que estaba en mi pensamiento!

Copla que imaginé un día
poder cantar de una vez
tal como yo la sentía,
tal como yo la soñé.

No sé si Rafa Herrera conocía esta canción de antes, pero al menos dos veces, en esas sesiones interminables de guitarreo, nos entretuvimos en sacar los acordes y maravillarnos con esa letra perfecta. Ahora que rescato la canción completa, veo que algunas de las estrofas no le van a la zaga, como ésta que recuerda el Cristo asado de Krahe:

Dios está en la cocina,
que hoy es mi santo.
Mi hermana Lola al horno
lo está (a)dorando.
Mi hermana Lola
siempre está en la cocina
con Dios, a solas.

Otras son de un conceptismo juguetón que también tiene su punto:

Esta pena que vive
aquí en mi pecho,
ya más que pena manda
como un deseo:
y es que desea
dejar de ser deseo
para ser pena.

Ninguna es banal, y por el acierto más de una se diría de Manuel Machado, o de aquéllas recogidas por su padre, Demófilo. No me paro ahora a comprobarlo. El conjunto, en cualquier caso, apabulla, a pesar de la distancia que pueda separarnos de esta estética solemne progre-setentil. ¡Qué tiempo el tiempo!




7 comentarios:

Josepepe dijo...

Qué cosas, Al. Es esa exactamente la selección que de ese disco tengo en la memoria.

Anónimo dijo...

Recuerdo haberla tarareado y su letra siempre me llamó mucho la atención.

Anónimo dijo...

Ay Al., aquellas veladas de “hasta que los dedos sangren”. Recuerdos infantiles, juveniles y recientes trae, desde luego, esta copla. Sí que la conocía de antes, la cantábamos en el coche, allá por el 77, viajando de Córdoba a Pontevedra (lo que da para muchas canciones). Y hace nada la primera estrofa me sirvió para inventarme, junto al fr. 9 (GC) de Heráclito el tema de “Lenguaje y pensamiento” en las oposiciones.
Las demás coplas no las recordaba, pero son verdaderamente suculentas.
Gracias.
Rafa

Anónimo dijo...

Por otra parte, dialogando hoy con tu Devocionario se me ocurrió esta copla de respuesta al poema 12, que pensaba enviarte privadamente. Esta entrada (de recuerdos de juventud y octosílabos) me da pie a ponértela aquí. Lejos de hacer Poesía de la Experiencia, séanos lícito hacer de la experiencia poesía.

ALTER AB (ALTERO) ILLO:
Light my fire

Es un saber el amor
susurrado por un duende:
la cuenta de lo que vende
falta del libro mayor.
Contra el cansino sopor
de la vida se despeña,
avivando –santo y seña–
el lar de la juventud.
Recobrada la salud,
la muerte se hace pequeña.

Josepepe dijo...

Lo que no había considerado era la posibilidad de adorar (y no sólo dorar) a Dios en el horno.

El santo en la hornacina y Dios en el horno.

Anónimo dijo...

Pues sí, Josepepe. En Daniel 3,24 las tres piadosísimas víctimas de Nabucodonosor se pasean por las llamas del horno "alabando a Dios y bendiciendo al Señor". Y acuérdate de los fogones de Santa Teresa. Edificantes escuelas de calor.
Rafa

Anónimo dijo...

"Ese gato era mío"

(muchas gracias el recuerdo)