viernes, 29 de mayo de 2009

Baroja en otra salsa


Conocí El hotel del cisne por una vieja antología de Bruguera, de tema en apariencia imposible: literatura fantástica española. Es una obra menor y tardía de Pío Baroja, compuesta entre 1936 y 1940. Baroja vivía en París y, como dice la solapa, sintió entonces los efectos de la soledad y del desamparo en forma extremada. Unas noches no podía dormir; otras, se perdía en complejas pesadillas, algunas de las cuales resume en este libro de sueños. Aunque Baroja conocía sin duda el vendaval surrealista, los prodigios de sus sueños son fieles a su propia estética: mugrientos y, a pesar del cansancio que los empapa, extrañamente vivaces. Elegir una muestra es complicado: no hay secuencias especialmente llamativas, y el efecto peculiar del libro depende más bien de la reiteración con variaciones de ciertas imágenes. Hay que leerlo, en fin. Pero aquí va una pequeña captura:

La antropofagia


Es un paisaje éste que no puedo fijar con seguridad de dónde es. Tierras áridas, amarillas, con desmontes cortados a pico. Anda por las carreteras una gran cantidad de automóviles para arriba y para abajo, no sé con qué objeto. Pasan, como procesiones de hormigas. Vivo en un pueblo de la carretera, medio derruido y horrible.

De pronto se me presenta un hombre alto, delgado y de aire algo mefistofélico.

—Vamos a comer —me dice.

Y me lleva delante de un autocamión que se abre y tiene un escaparate lleno de carne, de jamones y de embutidos.

—Bueno, vamos a comer —digo yo.

Me siento, y uno que está a mi lado me dice de pronto:

—¿Ha visto usted?

—¿Qué hay?

—Mire usted esas alcachofas.

Las miro, y son cabezas de personas reducidas.

—Pero ¿qué es esto? —pregunto yo, espantado y lleno de horror—. Eso no puede ser. Sería un crimen horrendo.

—Pues lo es.

Entonces me levanto y me vuelvo a mi barriada con el comensal.

—Este hombre nos ha dado a comer carne humana —me dice.

Llego a mi casa, voy a mi cuarto y me meto en la alcoba de una antigua fonda, sin luz y sin ventilación, con una puerta de cristales. Estoy allí tendido en la cama, y de pronto golpean el cristal con la mano.

—Salga usted —me dice el hombre flaco y mefistofélico.

—No quiero.

—Salga usted y no sea tonto.

Salgo, y el hombre me lleva a un automóvil en donde hay toda clase de verduras; pero ninguna alcachofa que sea una cabeza reducida.

—No sea usted cándido —me dice—, ya no se come carne humana.

—¿Usted cree?

—Por lo menos se come con otra salsa.

Y con esto me tranquilizo, lo tomo a broma y me echo a reír.

9 comentarios:

Joselu dijo...

Intentaré localizar este relato en las obras completas del Círculo de Lectores que atesoro en sus dieciocho tomos. Baroja es uno de los narradores más ágiles y amenos que ha tenido la literatura española. Para mí es uno de los grandes. Siempre que puedo vuelvo a él. Uno de los reltos que nunca me canso de releer es El escuadrón del Brigante que está entre sus Novelas de un hombre de acción.

Juan Poz dijo...

A mí tambiéne me ha abierto el apetito, a fe. Me parecía estar leyendo El destripador de antaño y otros cuentos, que también tiene su miga...

M. Domínguez Senra dijo...

¡Vaya con el insomnio! A mí es que Baroja no me dice nada. Ya sé que tiene muchos seguidores y mucho prestigio entre los bloggers y que nadie me ha pedido mi opinión, pero lo único que puedo decir a su favor sería que sólo es un poco menos nihilista que Saramago.
Saludos.

Al59 dijo...

Salud, Marta. ¿Y cómo entiendes tú eso del nihilismo? Si es, un suponer, algo así como desesperanza o pesimismo exacerbado, ¿es algo que, encima de que uno lo sufre, pueda recriminársele, como un fallo?

manolotel dijo...

A mi si me gusta Baroja y creo que alguna vez dejé un post sobre el en el antiguo foro de poesía.com.

Por cierto que el mes de Mayo se ha llevado algunos poetas, entre ellos a un amigo del foro (no se si lo recordarás) Oseas. Algunos hemos tenido un recuerdo para él.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Yo siempre he sido un fan declarado de Baroja, Al, pero no conocía éstos relatos "oníricos" que parecen fruto de una medicación que ha sentado mal. Quizás el libro suyo del que guardo mejor recuerdo sea "El árbol de la Ciencia", Baroja metión mucho se sí mismo en el protagonista, junto con el reflejo pesimista de la España de la Restauración y caciquismo de provincias.
D.

Josepepe dijo...

Primer párrafo, línea octava: sin=son?

Al59 dijo...

¡Ups! Gracias, Josepepe.

Josepepe dijo...

De nada. Y anoche me olvidé de señalarlo: curioso diálogo!