viernes, 18 de noviembre de 2011

Programa electoral


Acurrucarme,
quizá para morir,
quizá para encontrar ese calor que soy yo mismo.

8 comentarios:

Joselu dijo...

El mejor programa electoral que he leído hasta ahora. Y no es que haya leído muchos, tal vez sea el primero, pero me produce algo, me dice algo, aunque sea dramático y me lleve también a acurrucarme y buscar mi calor en medio del frío ambiente, la noche heladora. Un buen poema, breve, y por eso además bueno.

Juan Poz dijo...

Pues imagínate tú cuando buscas ese calor del yo mismo y te encuentran con el frío del ¡pero quién coño soy yo?

Al59 dijo...

Pero la imagen es la contraria, Juan Poz: no que el yo sea un calor, sino que ese calor nada metafórico que se obtiene al acurrucarse sea lo último que le quede a uno, lo que no parece venir de otra parte que de uno mismo.

Al59 dijo...

Al menos, Joselu, es un programa totalmente realizable.

Juan Poz dijo...

Ya la entendía bien. Pero imagina que de ese cuerpo acurrucado de quien no sabe quién es lo único que se encuentre sea la destemplanza, el helor que anticipa la muerte...

Al59 dijo...

Algo así recuerdo haber sentido hace años cuando nos fuimos de excursión unos amigos veinteañeros, ya en otoño, por Rascafría. Recuerdo estar acostado en el suelo en la tienda, confiado en que en breve entraría en calor, y cómo la tierra (no llevábamos aislantes ni gollerías por el estilo) se tragaba, terca, todo el que uno podía producir, hasta que, sufriendo lo mismo cada uno por nuestro lado, comprendimos que así sería imposible dormir, y acabamos todos los que íbamos apretujados dentro de una sola tienda, hallando al menos en los otros una pared donde reflejar el poco calor que producíamos. Un yo comunal, frágil e inestable, pero que nos permitió dormir algo —y quizá sellar una unión que, si no ha durado hasta el fin de los tiempos, ha resistido no poco.

javi dijo...

Que bonito el poema, y verdadero, y verdaderos los comentarios...

Un saludo.

Juan Poz dijo...

¡Un yo descomunal!, que no es lo mismo: por dimensión, por poesía, por solidez -¡nada de fragilidad!- y por duracion. Hermosa evocación. Envidiable noche. ¡La especie en estado primigenio!