domingo, 11 de diciembre de 2005

A los cuentos de niños se les cambia el final



Hocicos, hocicos por todas partes.

El hombre se extiende.
(Cioran)

Vivimos tiempos raros. Alabanza de ratas y descrédito de felinos.

Como la banda del Sargento Pimienta, los gatos have been going and out of style. Está la vieja calumnia del gato negro (las cuerdas más baratas para guitarra se llaman así), familiar brujeril. Más cerca de nosotros, Disney tuvo que ser un gatófobo de cuidado: el juego de Rasca y Pica, de los Simpson, es su legítimo heredero. En la 13 Rue del Percebe, de Ibáñez, también hay un gato que siempre acaba hecho filfa.

¿Y los ratones? Mientras la gente tuvo graneros y algo de sentido común, nadie les dio coba. Está la fábula del ratón de campo y el de ciudad, ya en los latinos, pero ahí no se toma partido por la especie: nos limitamos a reconocernos en ella. Tuvieron que llegar Disney & Co. para vendernos la rata simpática y ultraliberal. No es extraño que luego emerja en hamburguesas y latas de refresco —una linda metáfora que se les va de madre.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Bakunin, García Calvo, Fripp, Jung, Ibáñez... Un blog que promete ser interesante.

Un saludo

Al59 dijo...

Gracias. Se hará lo que se pueda, compañero.

Anónimo dijo...

A menudo se relaciona a los gatos con la parte "aérea" (no me gusta "espiritual" en este caso) del mundo, mientras que los perros se asociarían con lo "material" o "carnal". Una conocida antropóloga (conocida por mí al menos) proponía incluso contar las veces que aparecían perros y gatos en la vida cotidiana (anuncios, frases hechas, logotipos...) para comprobar el signo de los tiempos. Háganlo y saquen sus propias consecuencias.

Pero hay que tener cuidado, a menudo también se relaciona lo "material" con el dinero, el poder, lo "neo-con" (alguien me ayuda a traducir este término al castellano?). Nada más lejos. Tras las nanas de los poderosos (repita conmigo: soy enormemente feliz), el cuerpo se obstina en recordarnos el hambre, los golpes y la pobreza. En Faluya o Srebenica, los perros y las ratas merodean entre los cadáveres, ajenos a la CNN y al Doctor No.

Por cierto, no se pierdan el estupendo trabajo de Aute "un perro llamado dolor".



Hobbes

Al59 dijo...

No olvide preguntar a su amiga qué espacio queda para las ratas. Lo vertical (digamos) de los gatos no lo veo claro: son luciferinos, egoístas, amigos de lo oscuro, perezosos (al menos los que cantaba Baudelaire —y los que yo he criado). Bien es cierto que nunca nos han hablado de gatos en los Infiernos, mientras que Cerbero, Erinias y Empusas, perrunos todos, hacen allí su agosto. (Bueno, Lobsang Rampa cuenta que en el Tibet utilizan gatos gigantes como guardianes cerberescos de los monasterios —pero parece que Rampa estuvo en el Tibet tanto como Salgari en Mompracen o Lovecraft en París. On a dream, with Poe.)
La parte política de su comentario no sé si la entiendo del todo. Tan materiales, en el sentido de carnales y corporales, son el placer como el dolor (no así el dinero, que tanto hace pero, abstracto de abstractos, en sí nada es).
Me ha dejado pensativo lo de su amiga. Habrá que imaginarse cómo sería Un gato andaluz.

Anónimo dijo...

me ha dejado de interesar la zarzalejos.


Lo de la rata ultraliberal está muy bien. Puede ser mickey o Hayek. Oye, Ismael Serrano merece la muerte (civil, claro está). A Bergia lo descubrí por las noches, oyendo el programa para insomnes crónicos de Manolo HH. Tiene un gran sentido del humor, es decir, es muy inteligente.

Está muy bien el blog, de verdad, no es coba cibernética.

Al59 dijo...

Gracias. Se siente uno muy bien acompañado. ¿Qué tal el caballo Henry?

Anónimo dijo...

Tan "verticales" son los seres angélicos como los luciféricos, no? Algo que sale de este mundo horizontal (horizontal/vertical... vale me cuadran los términos).

En cuanto a la alusión histórica/política, me imagino que no es más que una disgresión a propósito de la necesidad de "horizontalidad" (siguiendo con esas palabras). Parece que corren tiempos terrenales, todos preocupados con comprar casas a mansalva, haciendo convenios colectivos unipersonales, viendo 200 canales digitales en pantallas de plasma más caras que el tiempo que tardan las noticias en dejar de importarnos. Y aún así a mí me da que es lo contrario. Que se utiliza la lengua y los símbolos de lo vertical para quitarnos la conciencia de lo que somos y nos rodea.

No sé, imagínense despertarse en medio de la noche, a lo lejos se escucha el maullido de un gato. Ahora piensen que lo que se oye son los ladridos de un perro. Qué les inquieta más? Qué creen que se oye en Darfur de madrugada?

Hobbes

Al59 dijo...

El perro, desde luego. (Pero también me inquietaría oír el ruido dentro de la habitación y sospechar que alguna rata anda suelta. En ese caso, me agradaría recordar que en casa hay un gato y sabrá localizarla.)
Sobre la conciencia de lo que somos, me remito al post de cabeza. Ya me contará.