CON LSD BAJO LA LLUVIA Y SOBRE EL SOL
Como estamos de viaje
te vamos a poner esta postal
fechada
a la orilla de un río sosegado
sosegado como vino de Samos
un jueves por la tarde con lluvia y sol intermitentes
hemos estado dialogando en corro
y nadie ha tenido hoy el mal gusto de decir nada importante
puro juego ha sido nuestra plática
hemos roto el lenguaje en mil astillas de colores
v así hemos sabido que las briznas de hierba
que mascábamos por un puro mascar
tenían la frescura de los bollos recién sacados del horno
un amigo que no ha llegado a obispo
porque le tiene alergia al solideo
a una dulce amiga le decía «confíese, muchacha»
con un ademán noble de llevarse las manos a la tiara
(ya se entiende, la tiara de Epicuro)
y ella como vivimos en tiempos de mordaza
a todo cuerpo y aquí sólo se canta en calabozos
ha entendido lo que es lo más usual en nuestro pueblo «confiese»
(sin acento)
afortunado equívoco que ha permitido a nuestro obispo
un hilarante «ego te abpolvo...»
(la carcajoda casi asustó al río)
después nos hemos acordado
que aunque ejerzamos poco
(y esto ya lo ha escrito Gil de Biedma)
probablemente somos aún gentes de izquierda
y hemos ido a un barbecho
que estaba muy lisito porque este año le tocó descanso
y hemos escrito con el dedo meñique el sol es bobo
en pac con la conzienzia
pues con cuatro palabras habíamos saldado la sabrosa deuda de la crítica
nos dispusimos todos a ver atardecer
unas palomas rojas se fueron convirtiendo en pichones de añil
y nadie supo dónde emigraron los pichones
fue un día muy feliz
de esos que en un racimo de semanas caen pocos
hablamos como pájaros alucinados
olvidamos decirte
que allá por la arboleda
andaban unas brisas de los versos de Brines
pero tú ya lo sabes
bris bien y no mires con quién.
(Ramón Irigoyen, Cielos e inviernos)
Como estamos de viaje
te vamos a poner esta postal
fechada
a la orilla de un río sosegado
sosegado como vino de Samos
un jueves por la tarde con lluvia y sol intermitentes
hemos estado dialogando en corro
y nadie ha tenido hoy el mal gusto de decir nada importante
puro juego ha sido nuestra plática
hemos roto el lenguaje en mil astillas de colores
v así hemos sabido que las briznas de hierba
que mascábamos por un puro mascar
tenían la frescura de los bollos recién sacados del horno
un amigo que no ha llegado a obispo
porque le tiene alergia al solideo
a una dulce amiga le decía «confíese, muchacha»
con un ademán noble de llevarse las manos a la tiara
(ya se entiende, la tiara de Epicuro)
y ella como vivimos en tiempos de mordaza
a todo cuerpo y aquí sólo se canta en calabozos
ha entendido lo que es lo más usual en nuestro pueblo «confiese»
(sin acento)
afortunado equívoco que ha permitido a nuestro obispo
un hilarante «ego te abpolvo...»
(la carcajoda casi asustó al río)
después nos hemos acordado
que aunque ejerzamos poco
(y esto ya lo ha escrito Gil de Biedma)
probablemente somos aún gentes de izquierda
y hemos ido a un barbecho
que estaba muy lisito porque este año le tocó descanso
y hemos escrito con el dedo meñique el sol es bobo
en pac con la conzienzia
pues con cuatro palabras habíamos saldado la sabrosa deuda de la crítica
nos dispusimos todos a ver atardecer
unas palomas rojas se fueron convirtiendo en pichones de añil
y nadie supo dónde emigraron los pichones
fue un día muy feliz
de esos que en un racimo de semanas caen pocos
hablamos como pájaros alucinados
olvidamos decirte
que allá por la arboleda
andaban unas brisas de los versos de Brines
pero tú ya lo sabes
bris bien y no mires con quién.
(Ramón Irigoyen, Cielos e inviernos)
4 comentarios:
Ramón Irigoyen, un caso de poeta macho, con cromosomas. Yo creo que, para demostrar tanta potencia, mejor el boxeo que la poesía. Me desagradan los poetas machos. Me parece que abusan de un género que no es el suyo. Este hombre escribe desde el tópico, la ligereza y la falta de planteamientos literarios de un reportero que te contase lo dura que es la guerra de Somalia. Pues allá él, pero que no vaya de escritor; ni menos, de poeta. ¿Que anda de siquiatras y, por tanto, muy cerca de las Musas...? Mal planteamiento. Las alteraciones sacan de uno el mejor material, es cierto. Pero sólo la técnica, la experiencia, el buen gusto, etc..., lo convierten en arte. La Pedrada (definición de la poesía para este autor)no es arte: es sólo terrorismo verbal, abuso del género y de la ingenuidad de los lectores. Por lo menos, tuvo, es verdad, el valor de oponerse a su anterior generación. No está mal.
Y, a veces, tiene aciertos. No conozco a quien no los tenga. El desagrado me lo produce su poética de pedradas. Pero su poesía puede ser otra cosa: puede tener buenos poemas, buenas imágenes, buenos destellos, etc... El poema aquí citado es buen ejemplo de su poética y del estrecho margen que ofrece a la verdadera poesía. Hay alguna buena expresión. Pero puedo tirarla con el resto a la basura periodística seudopoética. Todo el poema está lleno de aristas, como de vidrios rotos, sin pulir, tal cual le ha ido saliendo. Un horror.
Y un buen ejemplo de una poética que Al59 nos ha escogido bien.
Y yo sigo queriendo más...
Saludos
Grifo
Por cierto, el poema termina con un 'bris bien y no mires con quién' referido a Brines, citado unos versos más arriba. ¿A qué se refiere con este juego verbal sobre el término 'Brines'? El 'texto' de la alusión no me resulta irreconocible teniendo en cuenta la notoria personalidad humana del poeta Brines. Pero no logro interpretar el 'contexto': ¿es alusión vejatoria, irónica, despectiva, cariñosa, amistosa, enemistosa...?
¿Quién lo sabe?
Saludos
Grifo
Siempre he visto en Irigoyen (yo creo que él también) un humorista, y como tal brilla más en la concisión ('Caridad cristiana': Me diste una manzana / y las dos podridas) que en el reportaje amplio. Sus chistes a veces son malos de solemnidad ('Una línea para Cánovas': No olvides, vida mía, que el amor Sagasta), pero (y a eso íbamos) tiene siempre la jovialidad de un subidón burriciego, sin vuelta de hoja (por fortuna, no a todos los alucinados les entra un rollo lúgubre en plan Leopoldo M. Panero). Es una pena que con el libro no te den el arsenal químico necesario para entender en su plenitud el chiste de Sagasta (e inventártelos aún peores...).
Pues yo no, desde luego. Pero sí he hecho una comprobación experimental: en una página cualquiera dedicada a Brines (http://amediavoz.com/brines.htm) aparecen cuatro brisas:
aquella brisa falsa, ya en el coche;
Hay una brisa negra que aroma los cabellos;
Saliste a la terraza /
pensando que la brisa de la noche / podría devolverte al que eres siempre.
feliz porque la brisa le mueve los cabellos.
No son pocas brisas para un número relativamente reducido de poemas. Se ve que la palabra es muy querida del autor —lo que amenaza volverla un latiguillo parodiable.
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