domingo, 3 de diciembre de 2006

Haikus


Llega por fin el esperado Tratado de rítmica y prosodia y de métrica y versificación del maestro Agustín (Zamora: Lucina, noviembre del 2006). Son casi 1700 páginas, que no recorren todas las formas métricas que en el mundo han sido (a García Calvo, evasor de infinitos, se le haría odioso ese todas) —pero casi. Uno no sabe cómo hacerle justicia a tamaña empresa. Por entrar por algún sitio, leo el apartado dedicado al haiku. No tardo en descubrir que la estrofa española que llamamos así (5, 7 y 5 sílabas, con o sin rima:

Casa de citas:
bombillas de colores,
tan eruditas)

tiene poco que ver con la forma genuina. En japonés, los versos de un haiku son, efectivamente, de 5, 7 y 5 moras (que no sílabas), pero tienen marca rítmica en la última. Esa marca les haría, en castellano, sumar una sílaba métrica, por final en aguda. El haiku de verdad viene a sonar así (con el acento agudo indicando marca rítmica principal y el grave marca secundaria, como en lòs espejísmos):

Mízudòri nó,
múne nì hashì okú
úkinè kaná.

Para conseguir algo similar en castellano habría que partir de una estructura de 6 / 8 / 6. Teniendo en cuenta eso y la posición de los acentos, quedaría algo de este jaez, que apaño sólo a beneficio de inventario:

Nieve en el umbral.
El invierno se descalza
y entra sin llamar.

Dudo que nos acostumbremos. Los hispanohablantes llevamos ya casi un siglo haciendo haiku a nuestra manera, enraizada en el folklore patrio: tercetillos en heptasílabos y pentasílabos que funcionan como una variante de la seguidilla, aromada, eso sí, con aires sentenciosos, frases nominales y flores de ciruelo. (Eso en el mejor de los casos: otras veces se trata de derrames de ingenio en verso libre, o tipográfico, como lo llama con acierto GC).

Aunque el haiku español tenga su origen en un error de interpretación (se conserva en apariencia el cómputo silábico original, pero se ignoran las marcas rítmicas que estructuran el verso), sería un error juzgarlo por su mayor o menor fidelidad a la forma japonesa. La pregunta es otra: como vehículo de expresión, ¿ha dado buena cosecha? Para ayudarles a sopesarlo, la defensa aporta esta antología urgente:

Pájaro muerto:
¡qué agonía de plumas
en el silencio!

(José Juan Domenchina)

Tregua de vidrio:
el son de la cigarra
taladra rocas.

(Basho / Octavio Paz)

Mi pueblo: todo
lo que me sale al paso
se vuelve zarza.

(Issa / Octavio Paz)

El hombre ha muerto.
La barba no lo sabe.
Crecen las uñas.

*

¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?

(Jorge Luis Borges)


3 comentarios:

Al59 dijo...

Caramba, no esperaba yo visita en estas horas en que aún ando cuadrando el texto. Está claro que la sabiduría oriental no se deja mentar en vano.

Anónimo dijo...

¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?

(Jorge Luis Borges)


Es la tiniebla,
que brilla bajo el ala
de una luciérnaga.

Grifo

Al59 dijo...

Birlibirloque.
La luz y la tiniebla
cambian sus nombres.