jueves, 21 de diciembre de 2006

Me gustas cuando callas


Nunca lo hubiera imaginado así; pero sí.



Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

(Pablo Neruda)




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Recitado sencillo en la voz del autor, con los versos bien silabeados, en ritmo lento-lento. No recita mal; tampoco lo hace brillantemente. Pero sí mucho mejor que Cernuda, incomprensiblemente frío, distante y mecánico al recitar sus versos.
No sé qué medida ha utilizado para el supuesto alejandrino:
*y te pareces a la palabra melancolía.*
Tiene quince sílabas, las cuente como las cuente. Y no adivino en virtud de qué repartición del verso podría dar catorce, su número debido. Misterios. Suena igual que esos alejandrinos con hemixtiquios irregulares. Pero su irregularidad es la de, realmente, no ser un alejandrino. Creo yo.
Saludos.

Grifo

Al59 dijo...

Ya que hay espacio, me explico. Nunca hubiera pensado que Neruda recitara así, tan lejos del tono coloquial y seco de su parónimo y admirador Cernuda. Comparando estilos (de recitado), al que más se me parece es a García Calvo, solemne y sentido, aunque Neruda también tiene un deje albertiano (o a lo mejor es al revés y Alberti, hombre esponja a lo Dylan, tenía presente a san Pablo en sus salmodias). Aquí (no sé si será su estilo habitual) Neruda lee como en trance, y una vez que uno entra en el juego, resulta contagioso. El poema en sí pierde bastante en el recuerdo (donde puede reducirse a vulgar cursilería), pero en primer plano está lleno de hallazgos, incluidos los rítmicos, como ese fabuloso verso de quince que debería romper estrepitosamente el ritmo de los alejandrinos, pero que en el recitado suena maravillosamente como tres pentasílabos: y te pareces / a la palabra / melancolía.

Al59 dijo...

Grifo: hemos coincidido en el tiempo, y en fijarnos en ese llamativo (y precioso) decapentasílabo. Ya sabes que es un metro por el que siento debilidad, rarísimo en nuestras letras, aunque común en las griegas, donde el verso de 15 funciona como el de 16 de nuestros romances, sólo que con dos mitades irregulares (Verlaine, por aquello de lo impar, lo hubiera aprobado). Para Neruda, al menos aquí, es un verso ternario, al modo de aquel otro, creo que de Amado Nervo, alejandrino a pesar de las apariencias: Ave María, Ave / María, Ave María.