sábado, 10 de marzo de 2007

El Hombre de Arena



Anacronismos: ¿qué hubiera pensado E. T .A. Hoffmann de esta nueva aventura de su Hombre de Arena? Yo le imagino encantado, siguiendo con ojo travieso las evoluciones de este coro de Olimpias y sonriéndose ante su candor replicante.

El Hombre de Arena, siniestro en el cuento de Hoffmann, es en general benévolo en la tradición popular: si esparce arena en los ojos de los niños, es al modo del rey mago que arroja caramelos y confetti. Como prefiguraciones del famoso dinosaurio, los granos de arena siguen ahí al despertar: son las legañas o lagañas, una palabra de etimología adecuadamente oscura (tres deliciosas caras le dedica Corominas en su Diccionario oftalmológico).

Las legañas funcionan a veces como las gafas de color verde que el mago de Oz regalaba a sus súbditos. Vos mirastes con lagaña / a quien dais loores tantos, le reprocha a alguien Íñigo de Stúñiga. Hay ojos que de lagañas se agradan, le afea la celosa Elicia a Sempronio en el acto nono de la Celestina.

Las etimologías que Corominas va desechando son, cuanto menos, lindas: que si el griego láganon, suerte de buñuelo; que si lacus, 'lago', con la idea de una neblina que cubre las aguas, cf. el catalán llegany, 'nubecita'; o el légamo, barro oscuro y pegajoso.

No es menos interesante el recorrido por otras lenguas. En árabe pudo ser qada, 'mota en el ojo', 'brizna de paja' (lo que quizá da por fin sentido a aquello de la paja en el ojo ajeno). En alemán se dice Augenbutter, 'mantequilla del ojo'. En portugués ramela, 'ramita, brizna'. En inglés lo llaman, entre otras cosas, dormición, sleep.


1 comentario:

Johannes A. von Horrach dijo...

Me encanta esta canción, sobre todo en la interpretación de las dulces ctónicas (me chifla la música de los 50). La última vez que la había escuchado fue hace un par de años, en la película 'The singing detective'.