jueves, 19 de marzo de 2009

Perfecta Christina

Cazando otro tren, canta Christina Rosenvinge, tan bien como suele. Del enemigo, el consejo. También los falsos amigos (catch a train) traen a veces regalos y aciertos.




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Leo una intervención de García Calvo en la tertulia política del Ateneo. Aunque no lo nombra, la guerra de fondo se dirige contra Procrustes: aquel bandido aliterado que cortaba o estiraba a los viajeros hasta hacerlos encajar en las dimensiones exactas de su lecho. Así la abstracción falsifica cualquier señal, podándola y rellenando sus huecos con escayola hasta hacerla manejable, minimizando el riesgo (nunca descartable) de que en el proceso vaya a revelársenos algo sobre la falsedad del proceso y sus actores.

Pocos amigos para la perfección en semejante foro. ¿Qué hacer con ese ideal: la cosa bien hecha, acabada, rotunda? Pienso en el soneto o la décima, en la rima o la medida afortunadas; pero también en el aforismo. En el límite, en cualquier acierto.

En sus escritos sobre métrica, el maestro aborda el tema a su manera: la reducción del discurso a un ritmo medible exagera la esclavitud al número y su dominio, pero muestra también cómo salvarla y subvertirla, convirtiendo virtud en flaqueza, o viceversa, a la manera de la sumisa que se sabe, secretamente, señora de su Señor: pero no hay Dios ni hay ley que a contradanza / no se puedan danzar.

Por el otro costado (el del significado), la burla de la ley es, pienso, parecida —el poema que nos parece 'perfecto', acabado, es en realidad principio: una máquina cuya eficacia consiste en generar posibilidades, despertar ecos. Entiéndase que no se trata, al menos principalmente, del tópico del texto abierto, por su vaguedad, 'a mil interpretaciones' (cuando tal cosa se da, bien pueden las mil ser igualmente planas y banales, como las soluciones de un problema mal planteado), sino de la capacidad de lo escrito para enredarse de manera impredecible en la actividad que sigue a la lectura: no sólo repitiéndose de forma espontánea, placentera o compulsiva, en la memoria, como una melodía —sino insinuándose (a menudo, sin mostrarse) como plantilla de expresión de nuevos pensamientos e interpretación de sentires y sucesos. El poema logrado no se limita a decir de forma memorable algo que merecía la pena decirse: hace decir y hacer, pone los perros en danza. Vive.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Enigmática, y siempre bella, Christina... Yo creo que su estilo tan personal ya no tiene cabída en el actual panorama musical; pero qué importa, su esbelta figura germana, su voz ténue pero con sentimiento, lo llenan todo en cuanto aparece de nuevo, de tarde en tarde. Pasan los años y ella continúa cantando, sin duda ése es su gran éxito.
D.

Al59 dijo...

Así es. Pero creo que este último disco, además de ser un éxito artístico (y de crítica), está vendiendo bastante bien. Las dos Christinas (la popera de sus inicios y la experimental e intimista de sus discos neoyorquinos) empiezan a entenderse.

Anónimo dijo...

He venido siguiéndole los pasos, es decir sus entradas que coloca sobre Agustín García Calvo, y me encuentro con la sorpresa de que había colocado una liga donde se podían descargar las recitaciones de poesía antigua, pero no he podido bajarlas. Ojalá las volviera a colocar, pues Ale! Hasta pronto y salud!

Al59 dijo...

¡Grandes recitaciones! Si le va el P2P, puede encontrarlas sin dificultad en EMule.

Juan Poz dijo...

Juan Goytisolo siempre ha reivindicado el texto como cuerpo, pero tengo para mí que esa vivencia de la literatura -salvo la erótica- raramente se llega a vivir a través de los sentidos como ocurre, por ejemplo, con la pintura. Hace unos días comía con un buen amigo que me confesó no haber podido sorportar "físicamente" la contemplación de algunos cuadros de Bacon, en el Prado. Pienso, por el contrario, en Bukovski, por ejemplo, o en Burroughs, o incluso en Delicado y su Lozana andaluza, sin ir más lejos, y sé que he vivido sus obras a través de los sentidos, que no ha habido un mero "asentimiento" al estilo de lo que predicaba Bousoño; pero no estoy muy seguro de que esas experiencias sean equiparables al sabor real de la sangre, de la leche materna o al tacto cremoso o áspero del pus fresco o reseco de los golondrinos vaciados con la ayuda de fomentos fervientes. Bonito tema de debate. Hay mucha "teoría" y poca práctica, desde luego, en esto de "vivir" la literatura. Lo digo porque advierto en muchos de estos degustadores existenciales de lo literario, una ignorancia, una incomunicación con su propio cuerpo, ago así como "Sobrellevo como puedo la maldición de tener que soportar esta encarnadura tan poco agraciada, y que tan poca justicia le hace a mi capacidad de vivir con absoluta intensidad la literatura". La literatura bien entendida, empieza por el propio cuerpo... Voces, sí, palabras, versos, estrofas, capítulos..., y saliva, semen, cera, mucosidad, pues, sangre, cicatrices... ¡Crash!

Juan Poz dijo...

Pues era pus en las teclas, también ilativo, a fe...

Al59 dijo...

Yo tampoco me creo casi nada de esa retórica, Poz ('poner el cuerpo en lo que uno hace', decía uno de esos verbosos lacanianos). Mi escrito iba por otro camino: no que haya que vivir el poema, sino que el poema está vivo, en la medida en que nos afecta, tal sustancia psicoactiva, en el momento de la lectura - y a veces deja unos flashbacks nada desdeñables.

Aviones desplumados dijo...

Dulce y maravillosa, doña Rosenvinge. La vi hace poco tocar en Madrid... Estuvo muy bien: mezcló con sabiduría su parte Lee Ranaldo con su faceta Nick Drake; estuvo desmelenada a ratos y sobria y minimalista otros, siempre poniendo su voz al servicio de la banda, de conseguir una textura musical colectiva.

Por cierto, una chica gritó desde el público "Christina eres ¡Dios!" y ella, con humildad de niña buena, contestó algo así como "No, gracias, eso es una gran responsabilidad".

PD: Che, si te pones el trebejo ese de 'Seguidores', es más fácil seguir las actualizaciones desde el escritorio de Blogger (que me parece más sencillo de usar que cualquier programa para leer blogs).

Al59 dijo...

Rubén: ¿me explicas eso del trebejo de 'Seguidores'? ¿Desde dónde lo añado? ¿En qué punto de la página?

Aviones desplumados dijo...

Es una herramienta que habilitó Blogger hace no mucho, creo.

1. Entra en Diseño
2. Clic en Añadir 'gadget'

Se te abrirá la ventana de marras; en primer lugar, te aparecerá la posibilidad de añadir la herramienta "Seguidores". La añades y la colocas donde más te guste.

Para mí, la principal ventaja es que permite seguir las actualizaciones de los blogs desde el escritorio de Blogger, algo que encuentro más cómodo que andar con los lectores de blogs y tal.

Al59 dijo...

Hecho. Gracias, Rubén.