El agua y los sueños, de Gaston Bachelard, y El sueño y el inframundo, de James Hillman. Libros soñados antes que escritos, casi tan legendarios e imposibles como el libro de arena borgiano. En narrativa, sólo Las aventuras oníricas de Randolph Carter, de Lovecraft, alcanza en algunos momentos una temperatura similar. El sueño consolidado, pertinaz, maduro —y un guía que se pierde con nosotros por ese parque de apariciones, dueño del hilo y sirviente del tapiz. Libros cómplices, que no reducen las imágenes a otra cosa que sus propias costumbres y caprichos. Nada hay en ellos de monserga clínica ni pedantería, ningún intento de salvarnos de nuestro propio fondo.
Savater logró algo similar con La infancia recuperada —pero el intento de Bachelard y Hillman va más allá, trasciende las fronteras de la literatura infantil, o de cualquier otra. No reconstruyen la sensibilidad de un individuo, una generación (una anécdota), sino la de toda la tribu. Románticos y surrealistas habrían matado por asomarse a estas páginas tan sacras como ilustradas, donde ningún argumento tiene otra autoridad que su capacidad de fascinación y resonancia experimental. Después de ellos, psicoanalistas y críticos literarios al uso parecen estafadores dignos de lástima.
*
Por petición popular, un mechón verde de los cabellos de Ofelia.
3 comentarios:
Sr. Al59: No he podido recuperar ningún apunte sobre Bryan "Chas" Chandler, bajista de "The Animals" y descubridor y productor de Jimmy Hendrix y su relación personal y profesional. Su necrología, la de "Chas", contaba algo y debía estar en El País, verano del 96.
La última biografía de JH, "Rom full of mirrors" de C.R. Cross, puede tener datos.
El interesante mechón de Bachelard(tendrá que traer a GB con más asiduidad al blog), con su permiso ya nos lo habiamos bajado el otro día.Gracias.
Notable mechón, en cualquier caso, que creo podría colmar el deseo que expresaban algunos contertulios de un análisis del complejo de Ofelia. Sin duda habría más que decir sobre los suicidios ofelíacos, como el que abre la película Las Horas, y también sobre la conexión con aquella Dama del Lago que tan ofelíaca resulta en el Excalibur de Boorman. Las damas fantasean con la muerte por agua —mientras los misóginos inquisidores babean planeando achicharrararlas. (Bien es cierto que una de las ordalías más famosas pasaba también por echar la bruja al agua a ver si flotaba...)
Más que "Las Horas", Virginia vs. Ofelia, había una película japonesa clásica con un suicidio casi ritual en una laguna, me parece. En blanco y negro era más ordalística incluso.
Publicar un comentario