LA CLASE AL SOL DE LA TARDE
En fila están. La clase ha comenzado.
Los bancos, frente al sol. Callan los viejos;
oyen los viejos. ¿Qué lección...? Muy lejos
—muy cerca— un mar batiente, enajenado.
Los atentos alumnos, con cuidado,
cursan la asignatura, repetida.
«La vida...» ¿Os la sabéis? ¿Qué era la vida?
Y siempre hay algo oscuro y no explicado.
Pero el aula está abierta, acogedora,
y ellos son tan puntuales a la hora
del sol, y del recreo, y del repaso,
que el Gran Maestro, mudo a las preguntas,
mira las sombras en el banco juntas
y hoy no ha pasado lista, por si acaso.
En fila están. La clase ha comenzado.
Los bancos, frente al sol. Callan los viejos;
oyen los viejos. ¿Qué lección...? Muy lejos
—muy cerca— un mar batiente, enajenado.
Los atentos alumnos, con cuidado,
cursan la asignatura, repetida.
«La vida...» ¿Os la sabéis? ¿Qué era la vida?
Y siempre hay algo oscuro y no explicado.
Pero el aula está abierta, acogedora,
y ellos son tan puntuales a la hora
del sol, y del recreo, y del repaso,
que el Gran Maestro, mudo a las preguntas,
mira las sombras en el banco juntas
y hoy no ha pasado lista, por si acaso.
(José García Nieto)
8 comentarios:
Posiblemente haya que optar por un hedonismo en dosis homeopáticas y plantearnos las grandes cuestiones con la distancia y desapasionamiento con la que podemos observar a un vecino.
En el plano personal, amigo Al, si no aparezco por este chiringuito durante una época, no será porque haya muerto, salvo catástrofe aérea, claro, sino porque me voy ya a Mallorca y no sé durante cuanto tiempo careceré de conexión a internet.
Aquí tampoco pasamos lista, pero le echaremos de menos. Haga feliz travesía (la canción lo aconseja) y vuelva pronto por estos pagos fresosanguíneos, que son los suyos. Un abrazo,
Al
No se puede evitar traer este contrario:
Una tarde parda y fría de invierno.
Los colegiales estudian.
Monotonía de lluvia tras los cristales. .
Es la clase.
En un cartel se representa a Caín fugitivo,
y muerto Abel, junto a una mancha carmín. .
Con timbre sonoro y hueco truena el maestro,
un anciano mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo el coro infantil va cantando la lección:
"mil veces ciento, cien mil; mil veces mil, un millón." .
Una tarde parda y fría de invierno.
Los colegiales estudian.
Monotonía de la lluvia en los cristales.
El juego de contrarios en el 1er cuarteto, resulta demasiado explícito y eso me disgusta.
Pero los tercetos salvan mágicamente el cuadro.
Era un espléndido sonetista. Me gusta eso de la asignatura de la vida. La única realmente importante. Me atrae un profesor que hable de la vida. Traigo otro de él que trata sobre el propio soneto
Soneto mío, letra, angustia, nada;
noticia oscura, pálpito del cielo
dentro del corazón, cortado vuelo
del ángel que precisa su llamada.
Mío cuando eres sombra adelantada
y subes de la sangre y traes un velo
que al abrirse me restituye al suelo
y me convierte en tierra aprisionada.
Así queda la lengua sorprendida
por esta anunciación de ala que tiene
el destino tristísimo del lodo.
Y esto que es sólo letra, rastro, huida,
es toda la ambición que me sostiene,
toda mi libertad y mi amor todo.
Un cofdial saludo
Gustándome descifrar todo lo cifrado que me vaya encontrando, no puedo evitar una lectura analítica de los poemas; y, encima, contarlo. Este soberbio soneto me merece algún mínimo comentario, aunque tarde. Qué belleza y qué fuerza tienen las frases cortas de los cuartetos.
Se da un efecto que sólo la economía puede lograr. Entre toda la pureza y claridad de su construcción, se deja ver el drama que nunca se menciona directamente. El autor junta los dos extremos: los viejos y los niños. La vida, como asignatura siempre pendiente; y la muerte, como ese 'algo oscuro y no explicado' de la vida. El soneto trata, a mi entender, de la muerte. El segundo cuarteto, la mitad del soneto, acaba con una mención a la muerte. Y el final del último terceto, también, como resumen del soneto. Véase cómo los alumnos, que están bajo el sol, son contados por sus sombras.Todo el poema destila la melancolía punzante de los recuerdos de la infancia. Y el reconocimiento de la muerte, como secreto de la vida, que los viejos ya saben; pero los niños aún no pueden.
Saludos
Grifo
Es opinión común que García Nieto fue un gran sonetista (hasta Juan Ramón lo juzgó así). Sin embargo, maravillado por este soneto (uno de los más extraordinarios que conozco) he buscado algún otro suyo de igual enjundia y lo cierto es que no. Así que me inclino a pensar, hoy, lo contrario: que fue un poeta correcto, con algún acierto monumental.
¿No pesaba demasiado sobre su figura la filiación política?
Salud, María del Carmen. Me temo que sí: como una losa que no deja ver sus posibles (y reales) talentos. A Manuel Machado le pasó también, aunque creo que cada vez menos.
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